Beato de Liébana, códice del Monasterio de San Salvador de Tábara, Zamora

ff. 3v-4r, Cielo
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ff. 3v-4r, Cielo

Es la primera imagen del Beato de Gerona que, como rasgo propio de la familia II, emplea doble página para desarrollar toda la pintura; es una ilustración única dentro de los manuscritos ilustrados conservados de los Comentarios al Apocalipsis. En torno a un círculo central, aparece sentado, en un esquemático trono de plata, una figura bastante dañada que, con todo, guarda la apariencia de guerrero de vestiduras purpúreas, absolutamente frontal y mayestático, con la mano derecha en alto con los dedos índice y pulgar en alto, mientras que con la izquierda sostiene una lanza de punta dorada y un escudo; muestra sus piernas y pies desnudos que descansan en una forma sinuosa azulada. Sus rasgos, prácticamente perdidos, sólo permiten ver parte del ojo y apenas vislumbrar cabellos largos y barba en el mentón. Lo flanquean una figura estrellada, que puede identificarse con el sol, y una luna en cuarto creciente doradas. A su alrededor, cinco círculos concéntricos cortados por ocho líneas radiales que los dividen en otros tantos sectores, salvo el más externo. En el más próximo al centro, sobre fondo azul, hay nueve estrellas doradas ocupando cada una un sector, salvo la de la parte superior izquierda, donde hay dos. Este círculo, lleva la inscripción, a través de los sectores: «Lv-//m-/e-/n//s-/telle//e-//t Lv-//me-/n//s-/telle». El siguiente círculo muestra doce cuadrúpedos alados, con aspecto leonino, afrontados y simétricos con libros dorados entre sus patas, en su cabeza o en sus manos. En la inscripción que recorre este círculo, puede leerse: «legi-/ones//a-//n-/ge-//l-/or[um]//le-//gi-/o-//nes//an-/ge-/lor[um]». El tercer círculo presenta a trece ángeles turiferarios con un libro en sus manos, afrontados y simétricos; alrededor de los ocho sectores, está escrito: «volvmina portan-//tes/et aromata//ho-/do-//ra-/n-/tes//volvmina//portan-//tes et aro-//mata/[h]odoran[tes]». El cuarto anillo, el más complejo de todos, muestra, en los sectores circulares, a dieciocho seres alados desnudos o semivestidos, de un carácter clásico que recuerda el de los atlantes del folio anterior; sin embargo, su aspecto dista de ser homogéneo: así, algunos llevan los cabellos largos, otros, como en el primer sector, están totalmente vestidos o sin alas, como en el segundo, cuarto y octavo. Sus gestos no aclaran tampoco su función, que puede conocerse a través de la inscripción que recorre el círculo: «sp[iritu]s vo-/lan-/t/sp[iritu]s vo-/lant//sp[iritu]s vo-/l-/ant//et altisi-/mo in trono//magnifi-/cant//sp[iritu]s volant/et alti-/si-/mo adorant//sp[iritu]s/volant//et seden-/ti/in t-/ro-/no//magnifi-/cant». Asimismo, en este anillo, se encuentran las líneas radiales que, convergentes del centro y cuyos textos que formarían un poema proceden de citas bíblicas, llegan hasta lo que se ha considerado personificaciones de virtudes, que, como es habitual, siguiendo el sentido de las agujas del reloj, se muestra, en primer lugar, a un hombre en posición de orante con vestiduras cortas y capa, cuyos pies se apoyan sobre líneas sinuosas malvas, flanqueado por una inscripción donde se lee: «In om[n]i ueruo quo procedit ex ore dei//non in/solo/pane ui-/bit omo», tomado de Mt. 4, 4; se trata, pues, del camino del hombre piadoso que vive de la palabra de Dios, representando el camino de la piedad contemplativa. El segundo aparece con vestiduras largas sin mangas, con los pies, también, sobre líneas sinuosas malvas; puede leerse: «uia gaudium et pax semper//Inuenit esca et potus/tribuit». Éste puede hacer referencia al camino de la compasión del que da comida y bebida al pobre. El tercero sujeta una lanza, dispuesta verticalmente, con su mano derecha y una serpiente con enroscamiento, que parece estrangular por el cuello, con la izquierda; sus pies se apoyan sobre una superficie sinuosa azulada; en la inscripción, está escrito «pax et leticia in leticia in sp[irit]u sancto//propu-/gna-/tor/ad sal-/uan-/dum», esto es, como el luchador para salvar. 
La figura masculina con la serpiente en una mano y la lanza en la otra, aspectos que le proporcionan un aspecto claramente diferenciado respecto a los demás hombres, puede referirse a la victoria de Dios sobre el mal, es decir, el que lucha y mata a la serpiente. Si en esta ilustración, el jinete está atacando la serpiente, en la del cielo, el hombre personifica el resultado de la lucha: el hecho de estar de pie con la lanza y la serpiente indica que la batalla ha concluido y el diablo ha sido derrotado. Otra relación puede llevarse a cabo a través de la imagen central de Cristo con una lanza en su mano izquierda, equivalente de la del hombre, y que puede sugerir que, en último término, Cristo es el propugnator de Isaías, identificado con el Hijo por la exegesis. Así, esta sección de la miniatura podría interpretarse como una especie de ilustración que muestra una imitatio Christi, por la que el hombre, posiblemente personificando la Iglesia, ha vencido al diablo, representado en la imagen de la serpiente en su mano como símbolo de victoria. Además, el reptil puede referirse al ofidio del Paraíso, por la que el pecado entró en el mundo y que Cristo venció con sus actos salvadores; así, gracias a ellos, el propugnator es el camino de la paz y la alegría en el Espíritu Santo. 
En la parte inferior, la imagen está totalmente borrada y sólo queda restos del fondo rojo; este sector, al igual que el superior que tiene enfrente debió contener una inscripción alrededor de la imagen y en la línea que parte del centro. En el espacio del cuarto hombre, de nuevo con el gesto clásico de orante y con los pies sobre una superficie sinuosa blanca y azul, se lee: «uia qui recipit iustum in n[omi]ne iusti//mercedem/iusti/accipiet», paráfrasis de Mat. 10, 41, como clara referencia a la rectitud. En el sector del quinto, también con gesto de orante aunque menos definido, con vestiduras cortas y los pies apoyados en un campo azul y dorado, está escrito «uia de elemosina qui extinguit peccata//danti/et acci-/pi-/enti». En el sexto, que muestra, asimismo, vestiduras cortas y cuyo gesto es vago, se lee «uia sicut aqua qui extinguit igne//homo pieta[ti]s». Las citas del quinto y sexto hombre forman pareja al constituir una imitación de Sirach 3, 30: así, en el quinto sector y en su línea radial, se hace referencia a la limosna, que extingue o limpia el pecado, y el hombre, por tanto, simboliza la limosna; a su vez, en el sexto sector y su personificación masculina, que significa el hombre piadoso que, en contraste con el del primer sector, hace referencia a una piedad más activa que contemplativa por asociación con el limosnero. El conjunto significa espiritualmente que la limosna es un signo de piedad que limpia y provoca el arrepentimiento de los pecados, de la misma forma que el agua extingue el fuego. Así, el círculo se cierra, desde el primer sector al sexto que poseen el mismo tema, la piedad, aunque considerada desde puntos de vista diversos. Finalmente, en el registro superior, de forma análoga a lo ya visto en el inferior, hay una figura sumamente borrada de la que apenas se vislumbra lo que parece una pértiga, quizá en su mano derecha, y, a la izquierda, parte del tronco, cubierto con una vestidura azulada, una pierna y un pie. El quinto círculo, sin divisiones, muestra a ocho ángeles afrontados, simétricos y vestidos; alrededor, está escrito «angeli li-/tores/et domino/portato-/res/missi svnt/angeli litores/et domino/portatores missi/svnt», referencia a la importancia de estos espíritus celestes que son enviados como mensajeros del Señor.

    La figura en el centro de la composición, de carácter clásico y definida como cupular, ha sido interpretada como Cristo cosmocrátor entronizado que bendice con su mano derecha, flanqueado por el sol y la luna, vinculados a Él en esta época principalmente en las crucifixiones. Sin embargo, hasta ahora, no hay representaciones de Cristo ni de Dios que los muestren con aspecto de soldado; además, aunque aún en el siglo x no estuviera definido en los reinos hispánicos occidentales, la mayor parte de las representaciones del Señor en majestad suele mostrarlo con nimbo crucífero. Posiblemente, se haga referencia al Salvador de forma indirecta, ya que Cristo es asimilado a Helios-Apolo, el Cosmocrátor. La figura entronizada con lanza y escudo puede derivar, lejanamente, de pinturas monumentales de la Antigüedad que representaban a un dios en la misma actitud, según puede verse en un fresco, de principios del siglo iv, conservado, antiguamente, en el palacio Barberini y actualmente en el Museo de las Termas de Roma, que muestra a una diosa con escudo, bastón de mando y una victoria en una de sus manos. Las nueve estrellas doradas del círculo siguiente pueden relacionarse con el número de jerarquías angélicas a partir de la clasificación que el Seudo Dionisio Areopagita hizo en Jerarquía Celeste, aunque contaba con antecedentes previos. Las figuras con aspecto de leones del círculo que hay a continuación pudieran, quizá, explicarse debido a la pronunciación similar de legiones y leones, lo que hizo que el artista mostrara a los ángeles como leones, no siendo casual el hecho de que sean doce; por su parte, las figuras desnudas del cuarto anillo, designadas como spiritus y no como angeli, representados con la iconografía habitual en esta época en los anillos tercero y quinto, son otros seres, procedentes de un modelo antiguo ajeno a la ortodoxia cristiana, cuyo sentido estaba perdido cuando se incluyó en el Beato de Gerona. El último círculo, de estar completo, habría contenido diez ángeles.

Carlos Miranda García-Tejedor
Doctor en Historia
(Fragmento del libro de estudio Beato de Girona)

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