Apocalipsis 1313

f. 29r, El ángel de pie sobre la tierra y el mar (Ap. 10, 1-7)


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Simultaneidad de las visiones y expresión formal de un mensaje oral, ésos son los desafíos propuestos al miniaturista, especialmente en esta aparición del ángel que baja del cielo envuelto en una nube que representa, según el autor del comentario, la carne en la que el Verbo se ha encarnado. Así, ese ángel cuya cara y cuyos pies rojizos brillan como el fuego, es para el autor el símbolo de Cristo. Su cabeza está ceñida por una diadema que evoca el arco iris, signo propiciatorio desde la alianza concluida con Noé.

Dominando la creación con su alta estatura, se yergue a la vez sobre el mar y sobre la tierra, sometiendo al mundo de los impíos y los felones. Estallan entonces las terribles voces de los siete truenos de inefables decires. Los truenos significan la omnipotencia de Dios. El miniaturista sólo se ha fijado en su aspecto terrible, concretándolo en un monstruo de siete cabezas que escupe en pleno cielo de oro las llamas de sus misteriosas palabras. Llevando en su mano izquierda un librito abierto, que no debe confundirse con el rollo de los siete sellos que contiene los misterios divinos, el ángel de rostro llameante levanta el brazo derecho al cielo para jurar, con un rugido, que no hay ya más dilación para que se cumpla el misterio divino «como lo anunció Dios a sus servidores los profetas».

Marie-Thérèse Gousset y Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
Fragmento del libro de estudio Apocalipsis 1313


f. 29r, El ángel de pie sobre la tierra y el mar (Ap. 10, 1-7)

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Simultaneidad de las visiones y expresión formal de un mensaje oral, ésos son los desafíos propuestos al miniaturista, especialmente en esta aparición del ángel que baja del cielo envuelto en una nube que representa, según el autor del comentario, la carne en la que el Verbo se ha encarnado. Así, ese ángel cuya cara y cuyos pies rojizos brillan como el fuego, es para el autor el símbolo de Cristo. Su cabeza está ceñida por una diadema que evoca el arco iris, signo propiciatorio desde la alianza concluida con Noé.

Dominando la creación con su alta estatura, se yergue a la vez sobre el mar y sobre la tierra, sometiendo al mundo de los impíos y los felones. Estallan entonces las terribles voces de los siete truenos de inefables decires. Los truenos significan la omnipotencia de Dios. El miniaturista sólo se ha fijado en su aspecto terrible, concretándolo en un monstruo de siete cabezas que escupe en pleno cielo de oro las llamas de sus misteriosas palabras. Llevando en su mano izquierda un librito abierto, que no debe confundirse con el rollo de los siete sellos que contiene los misterios divinos, el ángel de rostro llameante levanta el brazo derecho al cielo para jurar, con un rugido, que no hay ya más dilación para que se cumpla el misterio divino «como lo anunció Dios a sus servidores los profetas».

Marie-Thérèse Gousset y Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
Fragmento del libro de estudio Apocalipsis 1313


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