Las Grandes Horas de Ana de Bretaña

f. 58v, Anuncio a los pastores


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La pintura, rodeada por un simple marco de oro plano en cuyos laterales inferior y derecho se lee: «anv[n]cio · vobis · gavdiv[m] · magnv[m] · q[ui]a · hodie · nat[us] · est · /salvator · mv[n]di», muestra, en primer plano, a tres pastores alrededor de una fogata. El pintor, Jean Bourdichon, muestra los distintos estados, temporales y psicológicos, de cada uno: uno de los pastores señala la aparición que tiene lugar encima de ellos; el de la derecha deja de tocar la cornamusa para mirar la aparición y, como su luz es cegadora, utiliza la diestra de pantalla; el tercero se arrodilla y separa sus manos en señal de sorpresa; si no fuera por los gestos de brazos y manos, se consigue, con el resto del cuerpo un efecto de simetría quiástica. En segundo plano, un rebaño de ovejas. Seguidamente, dos pastores mirando a lo alto y mostrando distintas formas de reaccionar ante la visión: el de la izquierda extiende una de sus manos; el de la derecha protege su rostro con su brazo. Detrás, Belén, bajo el aspecto de gran ciudad fortificada, y, a la derecha, otros dos pastores, que, junto a una hoguera, guardan el ganado y comienzan a darse cuenta de la aparición del ángel, como se aprecia por sus cabezas levantadas y el brazo en alto para resguardar su cara de uno de ellos. El paisaje se cierra con masas rocosas, montes y ciudades al fondo. En la parte superior central, un ángel vestido de blanco sobre un espacio dorado descorre el cielo –apreciándose los pliegues de tal acto como pliegues nubosos– y, dirigiéndose a los pastores, señala hacia Belén. Debe destacarse el cuidado exquisito con que Jean Bourdichon trata los rasgos de los pastores, rudos pero nobles, nunca caricaturescos, así como el cuidado de la luz, que establece dos focos lumínicos: el inferior, dado por la hoguera, cuyo resplandor se refleja gradualmente en los cuerpos de los tres pastores y el superior del ángel, cuya luz baña los rostros de los pastores del primer plano y los cuerpos de los del segundo. Otro aspecto notable es la representación de diversas texturas: el vellón de la piel de las ovejas, los distintos tipos de telas y las pieles curtidas de los pastores en contraste con la tez suave del ángel. Asimismo, el estudio espacial es totalmente convincente: tomando un punto de vista un poco más alto que el del hombre del primer plano que señala al cielo, da la impresión de que el espectador forma parte de la escena, yendo la vista, lentamente, al segundo plano, con los pastores que están de pie, que a su vez conducen directamente a la visión angélica. De esta forma, Jean Bourdichon maneja la psicología visual del espectador, llevándolo gradualmente a la sorpresa de la aparición celeste.

El anuncio a los pastores es la primera epifanía; su imagen es la del pueblo judío a quien se le dio primero la noticia del nacimiento de Cristo. Asimismo, también debe verse, según los Padres de la Iglesia, un tipo de los futuros sacerdotes velando por los fieles contra los peligros del mundo; de esta forma, el resplandor que vieron los pastores es la gracia que se derrama sobre los sacerdotes que han cumplido bien su cometido.


f. 58v, Anuncio a los pastores

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f. 58v, Anuncio a los pastores

La pintura, rodeada por un simple marco de oro plano en cuyos laterales inferior y derecho se lee: «anv[n]cio · vobis · gavdiv[m] · magnv[m] · q[ui]a · hodie · nat[us] · est · /salvator · mv[n]di», muestra, en primer plano, a tres pastores alrededor de una fogata. El pintor, Jean Bourdichon, muestra los distintos estados, temporales y psicológicos, de cada uno: uno de los pastores señala la aparición que tiene lugar encima de ellos; el de la derecha deja de tocar la cornamusa para mirar la aparición y, como su luz es cegadora, utiliza la diestra de pantalla; el tercero se arrodilla y separa sus manos en señal de sorpresa; si no fuera por los gestos de brazos y manos, se consigue, con el resto del cuerpo un efecto de simetría quiástica. En segundo plano, un rebaño de ovejas. Seguidamente, dos pastores mirando a lo alto y mostrando distintas formas de reaccionar ante la visión: el de la izquierda extiende una de sus manos; el de la derecha protege su rostro con su brazo. Detrás, Belén, bajo el aspecto de gran ciudad fortificada, y, a la derecha, otros dos pastores, que, junto a una hoguera, guardan el ganado y comienzan a darse cuenta de la aparición del ángel, como se aprecia por sus cabezas levantadas y el brazo en alto para resguardar su cara de uno de ellos. El paisaje se cierra con masas rocosas, montes y ciudades al fondo. En la parte superior central, un ángel vestido de blanco sobre un espacio dorado descorre el cielo –apreciándose los pliegues de tal acto como pliegues nubosos– y, dirigiéndose a los pastores, señala hacia Belén. Debe destacarse el cuidado exquisito con que Jean Bourdichon trata los rasgos de los pastores, rudos pero nobles, nunca caricaturescos, así como el cuidado de la luz, que establece dos focos lumínicos: el inferior, dado por la hoguera, cuyo resplandor se refleja gradualmente en los cuerpos de los tres pastores y el superior del ángel, cuya luz baña los rostros de los pastores del primer plano y los cuerpos de los del segundo. Otro aspecto notable es la representación de diversas texturas: el vellón de la piel de las ovejas, los distintos tipos de telas y las pieles curtidas de los pastores en contraste con la tez suave del ángel. Asimismo, el estudio espacial es totalmente convincente: tomando un punto de vista un poco más alto que el del hombre del primer plano que señala al cielo, da la impresión de que el espectador forma parte de la escena, yendo la vista, lentamente, al segundo plano, con los pastores que están de pie, que a su vez conducen directamente a la visión angélica. De esta forma, Jean Bourdichon maneja la psicología visual del espectador, llevándolo gradualmente a la sorpresa de la aparición celeste.

El anuncio a los pastores es la primera epifanía; su imagen es la del pueblo judío a quien se le dio primero la noticia del nacimiento de Cristo. Asimismo, también debe verse, según los Padres de la Iglesia, un tipo de los futuros sacerdotes velando por los fieles contra los peligros del mundo; de esta forma, el resplandor que vieron los pastores es la gracia que se derrama sobre los sacerdotes que han cumplido bien su cometido.


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