El primer Santiago


Manuel Moleiro, especialista en reproducir joyas bibliográficas, halla en un códice guardado en Gerona la imagen más antigua del Apóstol 

LA CORUÑA /  Manuel Moleiro, orensano establecido en Cataluña y especializado en la reproducción de joyas bibliográficas, identificó en el Beato de Liébana, un códice celosamente guardado en Gerona que el editor gallego reprodujo en un casi original, la imagen más antigua hallada hasta ahora del Apóstol Santiago. Esta imagen del Apóstol está fechada en el siglo X, más exactamente, en el año 970, anterior al menos en dos siglos a la que los expertos tenían hasta el momento como la más antigua.

El editor barcelonés de origen orensano Manuel Moleiro, especializado en reproducciones casi originales de antiguos libros rescatados de ocultas e inaccesibles bibliotecas, es como uno de esos personajes ahora tan de moda en los incontables best sellers sobre buscadores de enigmáticos códices y documentos perdidos en la noche de los tiempos.

La referencia pintada de Santiago hallada por él en el Beato es la más antigua que se conserva del patrón de España y aparece dentro de un retrato de grupo con los demás apóstoles, identificado con la leyenda Jacobus Spania. «Los manuscritos ibéricos de vidas de santos no consignan ninguna imagen del Apóstol. No es extraño, porque a Santiago se le consideró santo en el siglo VIII. Fue en este siglo, entre 783 y 788 cuando el abad del monasterio de Santo Toribio de Liébana, de nombre Beato, escribió el himno O Dei Verbum, donde por vez primera se invoca al Apóstol como patrono nacional», explica Moleiro, que ha discutido con estudiosos y expertos el alcance de su hallazgo y que verificaron que no existían imágenes del Apóstol más antiguas.

Orígenes del mito jacobeo
Al hilo de debates y revelaciones sobre contenidos del cristianismo primigenio tan en boga desde el éxito del Código da Vinci, el hallazgo de Moleiro aporta pistas sobre la intencionalidad política y militar del nacimiento del mito jacobeo. No es una casualidad que la imagen más antigua aparezca en el códice de Beato, ya que este líder de la Iglesia asturiana, que comprendía a la gallega, utilizó la figura de Santiago, a quien la Iglesia no rendía aún culto como santo, como ariete contra su rival en la jerarquía católica en la España del siglo VIII: Elipando, arzobispo de Toledo, que intentó una especie de síntesis religiosa con el Islam, que ocupaba entonces toda la península a excepción de los abruptos Picos de Europa. Elipando se acercaba elementalmente a la visión musulmana que acepta a Cristo como profeta. «Carlomagno apoyó a Beato en su intento de independizarse de Toledo, que dependía de Roma, y erigir una iglesia asturiana y gallega.

Beato perseguía una identidad para esas zonas y la encontró en Santiago. Era una necesidad política y militar. De ahí viene la iconografía de Matamoros. Beato creó las condiciones necesarias para lo que vino después: la tumba tenía que aparecer aquí; y apareció, claro", ironiza Moleiro.
 

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