M. MOLEIRO EL ARTE DE LA PERFECCIÓN
Dr. Rafael Ramos (Universitat de Girona)
A Manuel Moleiro no le gusta la palabra facsímil. Opina que no define con justicia lo que son sus libros. Prefiere la expresión «casi original», porque cada uno de ellos es una copia exacta de un manuscrito excepcional, hermoso y único. Desde luego, a la vista de sus resultados, no le falta razón. Una cosa son los facsímiles, mejores o peores, y otra cosa son las obras de Moleiro. A lo largo de estos últimos veinte años, su editorial ha puesto en circulación unos cuarenta códices de una belleza imponente en una reducida tirada de 987 ejemplares cada uno. Es fascinante acercarse a cualquiera de sus colecciones, pues se descubren algunas de las creaciones más hermosas que el hombre ha podido realizar. Entre los Libros de Horas, con los que la aristocracia rezaba sus oraciones diarias, aparecen algunas piezas de una perfección sobresaliente, como el Breviario de Isabel la Católica (de finales del siglo XV), el Libro de Horas de Juana I de Castilla (c. 1500), las Grandes horas de Ana de Bretaña (c. 1503-1508) o el Libro del Golf (c. 1530), llamado así porque en él aparece la primera representación pictórica de este deporte. De los libros de medicina destacan los extraordinarios Tractatus de Herbis (c. 1440), el Tacuinum Sanitatis (de mediados del siglo XV), y el Libro de los medicamentos simples (de finales de ese mismo siglo). De todos los libros bíblicos reproducidos, merecen especial mención el Salterio triple glosado (siglos XIII y XIV), la Biblia moralizada de Nápoles (c. 1340-1350) y, sobre todo, la magnífica Biblia de San Luis (c. 1226-1234), la más deslumbrante de todos los tiempos. Entre los atlas y mapas, por último, merecen recordarse el Atlas Miller (1519), en el que se reflejan las rutas de los comerciantes portugueses por la India y Asia, y el extraordinario Atlas Vallard (1547), en el que por primera vez aparece cartografiada la costa de Australia.
Todos ellos tienen una característica común, y es que se trata de obras maestras en la historia de los libros. Para su ejecución no se escatimaron medios, por lo que se acudió a los mejores pergaminos, los más expertos calígrafos y los mejores iluminadores de cada época, quienes enriquecieron esos manuscritos con muestras excepcionales de su arte: delicadas miniaturas realizadas con los medios más sofisticados, colores casi imposibles en su momento y acabados en pan de oro.
Pero de todos los libros de Moleiro los más sobrecogedores son sin duda los Beatos: el Beato de Girona (del siglo X), el Beato de de Fernando I y doña Sancha (c. 1047), el Beato de Silos (1109), el Beato de Cardeña (c. 1175-1183) y el Beato de Arroyo (c. 1220). El comentario del Apocalipsis de Beato de Liébana aparece acompañado de las desgarradoras miniaturas que lo han hecho famoso: los signos del fin del mundo, la derrota del Anticristo, el Juicio Final, la Jerusalén celestial, las penas del infierno. De los artistas mozárabes a los góticos, todos plasmaron con su peculiar estilo esta lucha entre el Bien y el Mal.
No es fácil explicar en unas pocas líneas el lento y meticuloso proceso con el cual se reproducen estas auténticas obras de arte. Primero, es necesario contar con el beneplácito de las mejores bibliotecas del mundo, donde se custodian estos tesoros manuscritos. Y aunque son muy pocas las ocasiones en las que instituciones como la Bibliothèque nationale de France, la British Library, la Biblioteca Casanatense, la Biblioteca Nacional de Rusia o la Morgan Library & Museum permiten la manipulación de sus fondos, Moleiro ha adquirido en ellas un respeto y una colaboración muy difíciles de igualar.
Una vez se ha conseguido el permiso, el códice es desencuadernado, si es necesario, por un equipo de experimentados restauradores. Acto seguido, personal especializado fotografía cada uno de sus folios utilizando un software propio, desarrollado durante diez años en colaboración con varios museos y bibliotecas, para recoger con todo detalle las diferentes variaciones de la intensidad de los colores. El proceso de fotografiado y reproducción se repite cuantas veces sea necesario, combinando a veces varias técnicas de impresión (offset, serigrafía, estampación, grabado, etc.), cada una al cuidado de su correspondiente experto, hasta que se consigue una identidad total con el original. Al mismo tiempo, otro equipo analiza durante meses el pergamino de cada folio del manuscrito hasta conseguir reproducirlo de la forma más fiel posible. Cuando los hay, se reproducen incluso sus desperfectos: agujeros de polilla, manchas de cera, raspados, cosidos... por no hablar de las etiquetas de papel en las que se han hecho las anotaciones de cada biblioteca. También la encuadernación se cuida hasta el último detalle con un proceso tan complejo como el del libro, y para el que es necesaria la colaboración de los mejores artesanos. Y, cuando conviene, cada uno de esos elementos sufre un proceso de envejecimiento. Un trabajo laborioso, como se ve, en el que se combinan el rigor del especialista en arte medieval, el trabajo artesano y las tecnologías más avanzadas. El resultado final es, desde luego, abrumador: es prácticamente imposible distinguir la copia del original.
Pero, más allá de todo este cuidadoso proceso, cada libro aspira a reproducir también un momento de la historia. De hecho, se puede decir que no bastan la belleza de los códices ni la exactitud en la reproducción de los mismos para formar parte del selecto grupo de obras de Moleiro. Han de poseer, además, una biografía apasionante, porque cada volumen es asimismo un reflejo de los gustos de sus importantes poseedores. La Biblia de San Luis fue un regalo de la reina Blanca a su hijo, Luis IX de Francia, y este a su vez se la regaló más tarde a Alfonso X de Castilla. Hablar del Martirologio de Usuardo es hablar de Wenceslao IV, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, que fue quien lo encargó. Quien se acerque al Libro del caballero Zifar, lo hace también a los Reyes Católicos y a Napoleón, quienes lo tuvieron en sus bibliotecas. También formó parte de la biblioteca de la reina el Breviario de Isabel la Católica, realizado para conmemorar los acontecimientos más importantes de su vida: el matrimonio de sus hijos, la Conquista de Granada y el Descubrimiento de América. El Libro de los medicamentos simples pasó de las manos de Francisco I de Francia a las de su enemigo, el emperador Carlos V, y éste se lo regaló a su médico, el científico humanista Andrés Laguna. Y en torno a todos ellos gira, incansable, la historia: el fin de las Cruzadas, el Cisma de Occidente, el Descubrimiento de América, las Guerras de Religión, el nacimiento de la Ciencia Moderna, la Revolución Francesa... Esos momentos, en fin, vuelven a cobrar vida en nuestras manos al sostener cualquiera de estos libros.
Desde esta perspectiva se comprende mejor que los cuidados volúmenes de Moleiro no son solamente libros lujosos. Son objetos excepcionales y, como tales, muchas instituciones los han escogido en repetidas ocasiones como obsequio para los personajes más destacados de nuestra época, como por ejemplo el rey don Juan Carlos I, el Príncipe de Asturias, tres de los últimos presidentes de Estados Unidos o el fallecido papa Juan Pablo II. Cada nueva publicación, además, es reseñada elogiosamente, tanto en publicaciones especializadas (Rare Book Review, The Art Newspaper, Biblio, Connaissance des Arts, Noticias bibliográficas, L’Officiel du Manuscrit, Plume, Politique Magazine...) como en la prensa internacional (ABC, National Geographic, El País, The Times, Le Monde, Le Figaro...), sobre todo porque, más allá de las soberbias reproducciones, también se encuentra todo un nuevo mundo que combina a la perfección una sólida cultura humanista y un refinamiento exquisito. En ese sentido, los volúmenes de estudios que acompañan a cada obra no se limitan a facilitar la lectura de esas obras, sino que también ofrecen una investigación de primera línea, al cuidado de los mejores especialistas en cada disciplina: paleografía, codicología o historia del arte.
Con todo lo dicho, resulta evidente que comparar el trabajo de esta editorial con el de cualquier otra especializada en la reproducción de libros antiguos sería un error. Moleiro es mucho más que una editorial: es un punto de referencia indiscutible en el mundo de los manuscritos. Prueba de ello es, por ejemplo, que la Interpol haya solicitado su colaboración en investigaciones sobre patrimonio bibliográfico, que muchos portales de Internet, especializados en el estudio de los códices medievales, incluyan un enlace a su página web (www.moleiro.com), o que varias de las mejores bibliotecas del mundo hayan acudido a Moleiro para que, por medio de sus magníficas reproducciones, preserve algunas de sus joyas más extraordinarias, hoy seriamente dañadas por siglos de consulta ininterrumpida. No, no es una casualidad que esta editorial tenga como lema «El arte de la perfección»; sería imposible encontrar otro que reflejara mejor su forma de trabajar.