El episodio culminante de la Pasión de Cristo (Mt, 27, 33-56; Mc, 15, 22-41; Lc, 23, 33-49; Io, 19, 17-37) se diluye aquí en tres escenas diferentes. El eje de la composición está ocupado por la cruz de Jesús; no aparecen los ladrones, pero abajo hay una muchedumbre de observadores. Además de los soldados se ve a María Magdalena bajo la cruz y a la izquierda a la Virgen y Juan. Jesús está ya muerto y su costado traspasado por la lanza de Longinos, lo cual debería señalar la fase final de la ejecución de Cristo y no el principio. Aquí, sin embargo, la copiosa presencia de la sangre de Cristo ha de leerse con referencia a su función salvífica. Según el Evangelio de Juan (6, 55 y 7, 39), la sangre derramada por Cristo en la cruz simboliza en efecto la eucaristía, mientras que el agua que le sale del costado mezclada con sangre representa el bautismo.
En la parte inferior de la página se ve el epílogo de la historia representada en el margen del f. 68r (Gen, 22, 1-13). Abraham ha preparado el rimero de leña, sobre el cual ha mandado arrodillarse a su hijo para el sacrificio; incluso ha alzado la espada para golpearlo, pero un ángel se precipita hacia él, reteniendo con fuerza su brazo. En las cercanías está también el carnero trabado en un zarzal por los cuernos que Abraham sacrificará en lugar de Isaac. En el resto del margen se ven flores simbólicas, como las azucenas, símbolos de la castidad de la Virgen y de su nacimiento sin pecado, y también lirios morados, que son símbolo de la encarnación de Jesús, aunque recuerdan también los dolores de María por el color y la forma de las hojas, como filos de espada.
El sacrificio de Isaac suele relacionarse con la Crucifixión, como prefiguración del sacrificio de Cristo.
El episodio culminante de la Pasión de Cristo (Mt, 27, 33-56; Mc, 15, 22-41; Lc, 23, 33-49; Io, 19, 17-37) se diluye aquí en tres escenas diferentes. El eje de la composición está ocupado por la cruz de Jesús; no aparecen los ladrones, pero abajo hay una muchedumbre de observadores. Además de los soldados se ve a María Magdalena bajo la cruz y a la izquierda a la Virgen y Juan. Jesús está ya muerto y su costado traspasado por la lanza de Longinos, lo cual debería señalar la fase final de la ejecución de Cristo y no el principio. Aquí, sin embargo, la copiosa presencia de la sangre de Cristo ha de leerse con referencia a su función salvífica. Según el Evangelio de Juan (6, 55 y 7, 39), la sangre derramada por Cristo en la cruz simboliza en efecto la eucaristía, mientras que el agua que le sale del costado mezclada con sangre representa el bautismo.
En la parte inferior de la página se ve el epílogo de la historia representada en el margen del f. 68r (Gen, 22, 1-13). Abraham ha preparado el rimero de leña, sobre el cual ha mandado arrodillarse a su hijo para el sacrificio; incluso ha alzado la espada para golpearlo, pero un ángel se precipita hacia él, reteniendo con fuerza su brazo. En las cercanías está también el carnero trabado en un zarzal por los cuernos que Abraham sacrificará en lugar de Isaac. En el resto del margen se ven flores simbólicas, como las azucenas, símbolos de la castidad de la Virgen y de su nacimiento sin pecado, y también lirios morados, que son símbolo de la encarnación de Jesús, aunque recuerdan también los dolores de María por el color y la forma de las hojas, como filos de espada.
El sacrificio de Isaac suele relacionarse con la Crucifixión, como prefiguración del sacrificio de Cristo.
