Las Grandes Horas de Ana de Bretaña

f. 51v, Natividad


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Una de las escenas nocturnas más impresionantes no sólo de las Grandes Horas de Ana de Bretaña, sino de la totalidad de manuscritos iluminados en Europa durante toda la Edad Media, como han puesto de manifiesto los historiadores del arte.
La iluminación de esta escena nocturna es de una gran complejidad y enorme habilidad llenas de significado. Los rayos de la estrella de Belén se filtran entre las grietas del dañado tejado del establo donde ha nacido el Hijo de Dios. La linterna que sostiene José, vestido a modo de peregrino medieval, tan sólo ilumina su rostro; su luz se ve eclipsada por la claridad que emana de la figura del recién nacido que llega a iluminar incluso a la Virgen, tanto en sentido físico como figurado. Bourdichon muestra claramente cuál va a ser el papel que representará el nacimiento de Jesús en la historia del mundo.
La riqueza de fuentes iconográficas utilizadas por Bourdichon es evidente en esta escena: el motivo del Niño yaciendo desnudo en el suelo y de quien irradia luz procede de las Revelaciones de santa Brígida de Suecia, cuyas primeras representaciones datan de principios del siglo XV, continuando en la obra de Hugo van der Goes y de Gérard David. Los pastores, en segundo plano, el buey y la mula, en primero, son los testigos de esta escena; son los símbolos de las iglesias paganas y de los judíos, que se funden en el cristianismo.
En el marco de oro que rodea la imagen aparece una solemne inscripción: “Un niño ha nacido, un hijo nos ha sido dado”.


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Una de las escenas nocturnas más impresionantes no sólo de las Grandes Horas de Ana de Bretaña, sino de la totalidad de manuscritos iluminados en Europa durante toda la Edad Media, como han puesto de manifiesto los historiadores del arte.
La iluminación de esta escena nocturna es de una gran complejidad y enorme habilidad llenas de significado. Los rayos de la estrella de Belén se filtran entre las grietas del dañado tejado del establo donde ha nacido el Hijo de Dios. La linterna que sostiene José, vestido a modo de peregrino medieval, tan sólo ilumina su rostro; su luz se ve eclipsada por la claridad que emana de la figura del recién nacido que llega a iluminar incluso a la Virgen, tanto en sentido físico como figurado. Bourdichon muestra claramente cuál va a ser el papel que representará el nacimiento de Jesús en la historia del mundo.
La riqueza de fuentes iconográficas utilizadas por Bourdichon es evidente en esta escena: el motivo del Niño yaciendo desnudo en el suelo y de quien irradia luz procede de las Revelaciones de santa Brígida de Suecia, cuyas primeras representaciones datan de principios del siglo XV, continuando en la obra de Hugo van der Goes y de Gérard David. Los pastores, en segundo plano, el buey y la mula, en primero, son los testigos de esta escena; son los símbolos de las iglesias paganas y de los judíos, que se funden en el cristianismo.
En el marco de oro que rodea la imagen aparece una solemne inscripción: “Un niño ha nacido, un hijo nos ha sido dado”.


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