Manuel Moleiro, 30 años buscando la belleza


Viernes, 12 de noviembre de 2021
 
EL EDITOR OURENSANO HA RECORRIDO LAS BIBLIOTECAS DEL MUNDO BUSCANDO TESOROS QUE LUEGO CLONA HASTA REPRODUCIR EL MISMO TACTO Y OLOR QUE LOS ORIGINALES
 
TEXTO FRANCISCO J. GIL.
 
 
Cuando en 2014 el gobierno de la República Francesa conmemoró los 800 años del nacimiento de San Luis, rey que fue de Francia desde 1226 hasta su fallecimiento en 1270, organizó una gran exposición en la Conciergerie de París. 130 piezas. De ellas, 129 eran originales obras de arte y elementos contemporáneos de la vida de este rey santo que fue coronado a la edad de 12 años. Todas, menos una: La conocida como Biblia de San Luis, un códice iluminado con 4.887 pinturas. El original se conserva en la catedral de Toledo. Pero en aquella exposición se mostró el clon que realizó M. Moleiro Editor. No había diferencia con el original. Mismo tamaño, misma piel en las cubiertas de sus tres volúmenes, las páginas con el mismo color, textura, olor, incluso las mismas manchas. Es el arte de la perfección, tal como lo había calificado hace veinte años “The Times”. Y para lograrlo desarrollan técnicas y emplean los mismos materiales que se utilizaban en la Edad Media. Desde la fabricación del papel, el estucado de las hojas sobre las que se va a imprimir, para que los pigmentos sequen por oxidación y no penetren en el soporte, a la elaboración de las tintas.
M. Moleiro Editor acaba de cumplir treinta años. En estas tres décadas han editado 50 joyas bibliográficas, todas ellas, clones de piezas únicas cuyos originales se custodian en las principales bibliotecas del mundo.
 
EL PRIMER BEATO
 
El primero fue el Beato de Fernando I y doña Sancha, un códice de la Biblioteca Nacional que está a punto de cumplir mil años, pues fue realizado en 1042. “Con él comenzamos en 1991, para exponerlo en la Exposición Universal de Sevilla de 1992 y regalarlo a las bibliotecas nacionales de los países de habla hispana”, recuerda Manuel Moleiro. El último que ha salido de su taller hasta ahora es el “Dioscórides” de Cibo y Mattioli, manuscrito realizado por el artista y botánico renacentista Gherardo Cibo en el que recoge los “Discorsi” de Pietro Andrea Mattioli, en los que compilaba la obra “De materia medica” que había escrito el médico griego Dioscórides en el siglo I de nuestra era. El lector lo puede ver en la fotografía de esta página.
La pasión por los libros de Manuel Moleiro venía ya de antiguo. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, fundó su primera editorial, EBRISA, cuando todavía era estudiante, en 1977. En ese período mantuvo una intensa colaboración con Franco Maria Ricci, a quien había conocido en Frankfurt. Conjuntamente realizaron algunos de los libros mejor editados en la década de 1980. En 1989 vendió EBRISA a Planeta y con el dinero obtenido puso en marcha el proyecto que hoy lo ha consagrado entre los editores más prestigiosos del mundo. Su objetivo, sacar de las cámaras acoraza[1]das de las principales bibliotecas del mundo los mayores tesoros bibliográficos. “Libros de los que se hablaba pero que nadie había visto o si había visto algo eran, como mucho una o dos fotos”, explica Moleiro. “Mi idea era permitir que esos libros resultasen accesibles al público, en exposiciones, en bibliotecas, incluso en sus países de origen, como por ejemplo algunos de los tesoros bibliográficos de Francia, se encuentran en la Biblioteca Nacional de Rusia o en la Catedral de Toledo, como es el caso de la Biblia de San Luis. Muchos de esos libros han tenido una historia azarosa a lo largo de los siglos y han pasado de unas manos a otras, hasta terminar escondidos en cámaras protegidas en importantes bibliotecas”.
 
LLEVA TREINTA AÑOS RECORRIENDO LAS BIBLIOTECAS MÁS IMPORTANTES DEL MUNDO, BUSCANDO TESOROS QUE LUEGO REPRODUCE CON UNA FIDELIDAD QUE SOLO SE EXPLICA POR EL MINUCIOSO Y PERFECCIONISTA TRABAJO DE SU EQUIPO. SUS LIBROS SE HAN CONVERTIDO EN REGALOS DE ESTADO, EN JOYAS QUE LAS BIBLIOTECAS CUSTODIAN COMO SI FUESEN LOS ORIGINALES. EN ESE PERIPLO POR EUROPA Y AMÉRICA DE VEZ EN CUANDO HACE UN DESCANSO, REGRESA A CEA Y RECORRE EL MUNDO DE SU INFANCIA, LA PROVINCIA DE OURENSE.
 
El acceso a esos singularísimos códices es muy restringido. Moleiro ya había logrado un importante reconocimiento como editor en su etapa de EBRISA, y ello le permitió acceder a los primeros códices con los que inició su andadura en lo que, inicialmente denominaba la edición de “cuasi-originales” y que Le Monde definió como clones, pues reproducen absolutamente todas las características del original como si fuese una copia gemela. Así, poco a poco, se le fueron abriendo las puertas en todas las bibliotecas a las que acudió en busca de esos tesoros ocultos: Biblioteca Nacional de Rusia, Biblioteca Nacional de España, Metropolitan de Nueva York, Pierpont Morgan de Nueva York, Fundación Gulbenkian de Lisboa, Biblioteca Nacional de Francia, British Library… tras cada códice que clonaba, su prestigio iba aumentando gracias a unas técnicas únicas en el mundo, que convierten el taller de Moleiro en una versión del siglo XXI de los mejores talleres de los copistas de los que salieron hace siglos los originales. “En aquellos encargos trabajaban los mejores de cada especialidad. Los mejores artistas, los mejores artesanos… eran libros costosísimos que se hacían por encargo de un rey o de un sultán, como sucedió con el Libro de la Felicidad, que Murad III encargó para regalar a su segunda hija -segunda de ciento diez hijos que tuvo-. Murad III fue el sultán más poderoso de la Historia. Contemporáneo de Felipe II tuvo en común con él que ambos llevaron al cenit a sus respectivos imperios. Murad III encomendó el trabajo a los mejores pintores, médicos, astrónomos… y si han sobrevivido hasta nuestro tiempo fue, precisamente porque son auténticos tesoros”, comenta Moleiro.
En ese largo viaje a través de la Historia, esas joyas bibliográficas tienen un valor adicional, como nos cuenta Manuel Moleiro, “porque a través de las pinturas, de las imágenes que recogen en sus páginas podemos ver cómo era la vida de entonces. Si coges, por ejemplo, el ”Caballero Zifar”, que fue pintado en Castilla para el hermanastro de Isabel la Católica, Enrique IV, y está lleno de escenas de la vida real: se ve cómo vestían, cómo vivían, dónde vivían, lo que comían, hasta cómo eran los arneses de sus caballos y es un documento que plasman la realidad de aquel momento la fotografía hoy”.
 
PROCESO LABORIOSO
 
“Todo el proceso de clonación se realiza sin que el códice salga de la biblioteca o museo en el que se encuentra”, apunta Manuel Moleiro. “Es un proceso laborioso en el que volvemos una y otra vez al original para comparar, medir, comprobar que el clon es exactamente igual al original en todo: las medidas, el tacto, el color, el groso… incluso el olor”
 
~ Clonar cada códice lleva años de trabajo ~
 
En paralelo se lleva a cabo el proceso de elaboración de los materiales. “La piel se compra en regiones de África y Asia, donde siguen curtiendo igual que en la Edad Media, sin la intervención de productos químicos. Se tardan meses en curtir así, en vez de horas que lleva actualmente, pero es la única manera de que la piel pueda ser luego grabada como hace mil años”, aclara Moleiro. “Lo mismo sucede con el estucado del pergamino o la fabricación de las tintas. No recurrimos a tintas industriales, sino a un proceso artesanal en el que hay cuidar al detalle hasta la temperatura en la que se lleva a cabo, ya que medio grado puede estropearte todo”.
Esa laboriosidad extiende el proceso de creación de un nuevo clon a varios años, desde que se toma el primer contacto con el original hasta que sale de la imprenta la cortísima edición de tan solo 987 ejemplares. “Cada edición es única e irrepetible y un número corto de ejempla[1]res asegura que también estos clones seguirán siendo joyas. Las veremos en una exposición, en una biblioteca, o incluso, en películas y series de televisión en las que aparecen como si el actor estuviese ante el original”.
Además de bibliotecas y bibliófilos, los códices de Manuel Moleiro se convierten en regalos de Estado de muchos gobiernos. “El gobierno portugués nos compró un ejemplar del Apocalipsis Gulbenkian para obsequiar a Felipe VI en su primer viaje institucional a Portugal. O el de Italia, nos compró uno del ”Theatrum Sanitatis” para regalar a la reina de Jordania. Italia que es un país tan lleno de historia y arte utilice uno de nuestros libros para hacer un regalo de Estado, o que el Museo del Louvre nos pidiese un ejemplar de la Biblia de San Luis para la exposición sobre este rey en 2014 es un reconocimiento muy importante para nosotros y para el trabajo que realizamos.”
Cincuenta libros únicos constituyen el catálogo de los códices de Moleiro: Beatos, libros de horas y otros libros religiosos, libros de astronomía, de medicina, de caza, literatura, cartografía y atlas... todos tienen en común ese atractivo de ser únicos y auténticos tesoros de su época: desde el modesto Pergamino Vindel, que recoge las cantigas de Martín Códax en un pergamino que permaneció perdido durante siglos hasta la voluminosa y exuberante Biblia de San Luis.


 

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