Manuel Moleiro, el arte de «clonar» códices


El Círculo de Bellas Artes de Madrid expone todos los facsímiles que el editor ha publicado desde 1991
 
Juan BELTRÁN - Madrid 12.04.2017
 
Atlas fascinantes, animales mitológicos, carros tirados por leones en los que Baco pasea su borrachera o Júpiter seduce a Juno. Códices que revelan el secreto de la felicidad o enseñan a convertir los metales en oro. Códices centenarios con miniaturas que estremecen por su belleza. Obras que van a la raíz de nuestro pasado, aunque sólo fueran privilegio de reyes y emperadores. Es «El arte de la perfección», quizá el título que mejor define su trabajo y el elegido por Manuel Moleiro para la exposición de sus obras en el Círculo de Bellas Artes que resume 25 años de labor editorial, de ediciones únicas e irrepetibles.
 
Es la primera vez que exhibe la totalidad de sus trabajos bibliográficos desde que empezara en 1991. En este cuarto de siglo, Moleiro ha «clonado» cuarenta códices de la Edad Media y el Renacimiento protegidos en los museos, bibliotecas y fundaciones más importantes del mundo. «La exposición es un recorrido por las obras maestras de lugares como la Morgan Library y el Metropolitan de Nueva York, la Bibliothèque Nationale de France en París; la British Library de Londres; la Biblioteca Nacional de Rusia, Italia, España, Portugal... Santuarios que albergan códices que, precisamente por eso, han resistido al paso y al peso de la historia, por ser obras realmente excepcionales», explica el editor. «Piezas como “El salterio triple glosado” o “El libro de la caza”, que desde el principio se concibieron como joyas bibliográficas hechas para gente de la nobleza, los únicos que podían permitirse un dispendio de ese tipo. Su precio de entonces al cambio podría compararse a lo que vale una casa o un piso hoy», confiesa Moleiro.
 
«CASI ORIGINAL»
 
La muestra incluirá, además, una selección de elementos empleados en el proceso de elaboración de los códices: pieles, grabados y herramientas del taller de encuadernación. «El trabajo consiste en «clonar» de manera fi dedigna obras maestras de medicina, ciencia, cartografía, biblias, tratados de alquimia, botánica y códices antiguos, hacer un nuevo original que visualmente no sea distinguible del auténtico». El editor prefiere llamarlo clon o «casi original» mejor que facsímil, «más adecuado para describir un trabajo artesanal extremadamente meticuloso», como en 2010 afirmaba «Le Monde». «El mejor testigo de la calidad de este trabajo es el conocimiento de nuestros “casi-originales”, donde se puede comprobar que no solo reproducimos el mismo color y grosor de los pergaminos, los tamaños exactos, las encuadernaciones, los cosidos, los daños inherentes a sus avatares, sino también el mismo tacto e incluso el olor que el paso del tiempo les ha impregnado. El proceso es una mezcla de trabajo artesanal y técnico. Encargamos el estudio a un equipo multidisciplinar. Se usa un pergamino vegetal, al que se da un tratamiento previo estucado, igual que hacían en la Edad Media para pintar y que las pinturas o las tintas sequen por oxidación. Es la única forma de conseguir que los colores sean los reales. Luego hay aspectos técnicos como fotografiar, digitalizar en altísima definición o el láser». Y prosigue: «Las páginas son cortadas artesanalmente al mismo tamaño. El doblado y cosido también son manuales. La encuadernación es la misma del original. No se hace nada por embellecerlo, ni por quitarle una mancha, el bocado de un gusano o cualquier desperfecto. Las pieles de la portada, de oveja o de cabra, se curten como antiguamente, y esto es algo que hay que hacer en África, en Europa no se curten de forma natural porque supone de seis a nueve meses, mientras con productos químicos sólo hacen falta un par de días, pero así no sirve. En España, con la técnica que usamos nosotros no hay nadie más. Hay muchos imitadores, pero no es la misma, que es única», asegura.
 
«Me dediqué a esto porque pensé que en las grandes bibliotecas siempre ha habido libros exclusivos de reyes y emperadores y por eso han subsistido, nunca las tocó nadie y, por su gran valor, están conservados en museos y bibliotecas nacionales. No están a la vista como un cuadro que se cuelga, ni tiene una sola imagen, sino muchas miniaturas y está cerrado. Yo he querido democratizar, sacar esa documentación y esas obras de arte para que estén al alcance de todo el mundo». ¿Hacen falta permisos especiales para acceder a ellas? «Sí, y una complicidad con las instituciones. En nuestro caso ahora no es necesario porque el propio trabajo nos avala. Los museos tienen muchísimo cuidado con que todo se haga perfecto porque son los principales interesados. La copia maestra del original se hace allí mismo, delante de ellos. El documento no sale de su lugar, es suyo, aunque muchos se han restaurado pagando nosotros la factura», dice. «Una vez acabado el libro –prosigue Moleiro–, está destinado a todo aquel que quiera tener un ejemplar», concluye.

 

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