Livro do Golfe (Livro de Horas)

f. 19v


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La miniatura principal muestra una escena de interior: al fondo, se muestra a una pareja de nobles sentada a la mesa rodeada de sirvientes: ella, asistida por su doncella, que se encuentra a sus espaldas sujetando una silla de alto respaldo –símbolo de su elevada posición social–, está en actitud de hablar con su marido, que, ricamente vestido con un sayo con cuello de marta cibelina, sostiene un cuenco con líquido. El señor, como la mayoría de los hombres que se encuentran en la estancia, salvo los sirvientes, los músicos y el bailarín, lleva una gorra blanda, flexible, de copa no muy aplastada y con vuelta muy estrecha. Los modelos más antiguos de estas gorras en Flandes, Francia y Alemania son de hacia 1530, procedentes de Italia. El cuello de la camisa, de origen alemán, más bien alto, remata en un pequeño borde rizado. La mesa presenta dos candelabros con sendas velas encendidas, una fuente con carne, panes, un recipiente metálico, posiblemente para bebida, y una copa de vidrio, lo que indica la elevada posición de los personajes. Detrás del señor, uno de los sirvientes atiza el fuego, mientras que un hombre, a la derecha, ricamente vestido, se protege la cara del calor del fuego; a la izquierda de la sala, bajo un arco, una puerta a la que se asoman unos hombres para observar la escena; a la derecha, otra por donde sale un criado llevando una fuente. Estos dos elementos contribuyen a dar mayor profundidad al conjunto. En el plano intermedio, unos hombres observan lo que ocurre en el primero, donde, a un lado, dos sirvientes sostienen antorchas, mientras que, en el opuesto, unos músicos interpretan una melodía al son de la flauta travesera acompañada por el tambor; junto a ellos, un bufón o fou, caracterizado por su gorro de cuernecillos y cascabeles y por su parodia de bastón de mando. En el Flandes de inicios de la primera mitad del siglo XVI, los bufones se distinguían por sus procacidades y agudezas peligrosas. Una pareja se dispone a iniciar una danza. El hombre, al igual que el resto de los sirvientes y músicos, viste jubón con mangas folladas y calzas enteras, con una cinta atada en cada una de las piernas; sin embargo, el bailarín se distingue de los demás por las amplias y decorativas mangas acuchilladas que caen desde el antebrazo; sujetas a la cintura, lleva una espada y una especie de daga dorada. El calzado es el denominado zapato picado, cerrado y estrecho, aparecido hacia 1530. Por su parte, tanto la doncella que se dispone a danzar, como la señora que está a la mesa y la dama que la acompaña muestran una apariencia similar: el peinado está compuesto por un tranzado, esto es, una cofia a modo de una larga funda que caía sobre la espalda, en la que se metía la trenza del pelo, mientras que el resto del cabello quedaba pegado a la cara formando una sola onda en cada mejilla. Los vestidos muestran escotes muy abiertos dejando al descubierto la línea de los hombros, con el borde inferior recto y cubierto con una gorguera alta de tela tupida. La señora y la danzarina llevan saya de mangas exteriores de boca ancha de marta cibelina y manguillas, y la dama de detrás, una manga bullonada y follada. La escena principal se encuentra en segundo plano y haría referencia a las comidas festivas de invierno y, teniendo en cuenta el mes en que se ha representado, a algún festejo relacionado, quizá, con carnaval. En este sentido, debe tenerse en cuenta la representación de otro fou, diminuto, realizado con la técnica de camafeo, en un nicho a la izquierda de la orla que rodea la pintura.

El bas-de-page de la orla que enmarca la escena principal y el texto muestra a una serie de muchachos, representados con la técnica de grisalla, jugando al aro.

Carlos Miranda García-Tejedor
Doctor en Historia


f. 19v, febrero, las fiestas de los nobles

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f. 19v

La miniatura principal muestra una escena de interior: al fondo, se muestra a una pareja de nobles sentada a la mesa rodeada de sirvientes: ella, asistida por su doncella, que se encuentra a sus espaldas sujetando una silla de alto respaldo –símbolo de su elevada posición social–, está en actitud de hablar con su marido, que, ricamente vestido con un sayo con cuello de marta cibelina, sostiene un cuenco con líquido. El señor, como la mayoría de los hombres que se encuentran en la estancia, salvo los sirvientes, los músicos y el bailarín, lleva una gorra blanda, flexible, de copa no muy aplastada y con vuelta muy estrecha. Los modelos más antiguos de estas gorras en Flandes, Francia y Alemania son de hacia 1530, procedentes de Italia. El cuello de la camisa, de origen alemán, más bien alto, remata en un pequeño borde rizado. La mesa presenta dos candelabros con sendas velas encendidas, una fuente con carne, panes, un recipiente metálico, posiblemente para bebida, y una copa de vidrio, lo que indica la elevada posición de los personajes. Detrás del señor, uno de los sirvientes atiza el fuego, mientras que un hombre, a la derecha, ricamente vestido, se protege la cara del calor del fuego; a la izquierda de la sala, bajo un arco, una puerta a la que se asoman unos hombres para observar la escena; a la derecha, otra por donde sale un criado llevando una fuente. Estos dos elementos contribuyen a dar mayor profundidad al conjunto. En el plano intermedio, unos hombres observan lo que ocurre en el primero, donde, a un lado, dos sirvientes sostienen antorchas, mientras que, en el opuesto, unos músicos interpretan una melodía al son de la flauta travesera acompañada por el tambor; junto a ellos, un bufón o fou, caracterizado por su gorro de cuernecillos y cascabeles y por su parodia de bastón de mando. En el Flandes de inicios de la primera mitad del siglo XVI, los bufones se distinguían por sus procacidades y agudezas peligrosas. Una pareja se dispone a iniciar una danza. El hombre, al igual que el resto de los sirvientes y músicos, viste jubón con mangas folladas y calzas enteras, con una cinta atada en cada una de las piernas; sin embargo, el bailarín se distingue de los demás por las amplias y decorativas mangas acuchilladas que caen desde el antebrazo; sujetas a la cintura, lleva una espada y una especie de daga dorada. El calzado es el denominado zapato picado, cerrado y estrecho, aparecido hacia 1530. Por su parte, tanto la doncella que se dispone a danzar, como la señora que está a la mesa y la dama que la acompaña muestran una apariencia similar: el peinado está compuesto por un tranzado, esto es, una cofia a modo de una larga funda que caía sobre la espalda, en la que se metía la trenza del pelo, mientras que el resto del cabello quedaba pegado a la cara formando una sola onda en cada mejilla. Los vestidos muestran escotes muy abiertos dejando al descubierto la línea de los hombros, con el borde inferior recto y cubierto con una gorguera alta de tela tupida. La señora y la danzarina llevan saya de mangas exteriores de boca ancha de marta cibelina y manguillas, y la dama de detrás, una manga bullonada y follada. La escena principal se encuentra en segundo plano y haría referencia a las comidas festivas de invierno y, teniendo en cuenta el mes en que se ha representado, a algún festejo relacionado, quizá, con carnaval. En este sentido, debe tenerse en cuenta la representación de otro fou, diminuto, realizado con la técnica de camafeo, en un nicho a la izquierda de la orla que rodea la pintura.

El bas-de-page de la orla que enmarca la escena principal y el texto muestra a una serie de muchachos, representados con la técnica de grisalla, jugando al aro.

Carlos Miranda García-Tejedor
Doctor en Historia


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