Apocalipsis 1313

f. 87r, El infierno de los oficios


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A la visión beatífica de la “soberana Jerusalén” le sigue la visión del infierno, del “lago que arde con fuego y azufre”, destino reservado a los “cobardes, los incrédulos, los abominables, los asesinos, los impuros, los hechiceros, los idólatras y todos los embusteros”, condenados a la “muerte segunda” (Apocalipsis, 21, 8).

Esta es la tercera de las cuatro composiciones dedicadas a los castigos eternos, pintadas sobre un fondo del color de las llamas. Los suplicios aparecen complacientemente detallados. Los que se han regodeado en hacer el mal son aquí castigados en función de las actividades que han ejercido sobre la tierra. Así, se trata de un infierno de oficios representado en tres registros, que continúa, además, en el folio siguiente.
Los herreros inauguran la serie. Tendido boca abajo sobre su yunque, uno es martilleado por dos demonios, mientras su compañero, al que un diablo sujeta por las piernas sobre un fuelle, va a ser cortado en dos. Al lado, un demonio golpea con una jarra a un tonelero, vinatero o dueño de una taberna, que está a horcajadas sobre un tonel, mientras otro está a punto de dejarlo ciego con un punzón. Una mano posterior ha feminizado a este personaje dotándolo de pechos.
En el registro intermedio, la suerte del carnicero no es mucho mejor: tendido sobre su mesa, bajo unas ristras de salchichas, los demonios se aprestan a desollarlo y descuartizarlo con el hacha. Colgados de una barra, los pescados plateados brillan mientras que el pescadero es lanzado a su propio vivero. Un tintorero, igualmente convertido en mujer, es sumergido con un gancho en una tina hirviente para ser sometido a una incesante cocción.
El último registro de tormentos muestra un carpintero que lleva una azuela, al que un diablo le está retorciendo la nariz con unas tenazas. El personaje que porta un mazo y un hocino, un carpintero o posiblemente un escultor, tiene las piernas aplastadas bajo una plancha o una baldosa, mientras que un demonio lo trepana con un cincel.
El cambista, finalmente, ha sido cogido con su balanza en la mano y es golpeado con una bolsa de monedas.

Marie-Thérèse Gousset y Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
Fragmento del libro de estudio Apocalipsis 1313

f. 87r, El infierno de los oficios

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f. 87r, El infierno de los oficios

A la visión beatífica de la “soberana Jerusalén” le sigue la visión del infierno, del “lago que arde con fuego y azufre”, destino reservado a los “cobardes, los incrédulos, los abominables, los asesinos, los impuros, los hechiceros, los idólatras y todos los embusteros”, condenados a la “muerte segunda” (Apocalipsis, 21, 8).

Esta es la tercera de las cuatro composiciones dedicadas a los castigos eternos, pintadas sobre un fondo del color de las llamas. Los suplicios aparecen complacientemente detallados. Los que se han regodeado en hacer el mal son aquí castigados en función de las actividades que han ejercido sobre la tierra. Así, se trata de un infierno de oficios representado en tres registros, que continúa, además, en el folio siguiente.
Los herreros inauguran la serie. Tendido boca abajo sobre su yunque, uno es martilleado por dos demonios, mientras su compañero, al que un diablo sujeta por las piernas sobre un fuelle, va a ser cortado en dos. Al lado, un demonio golpea con una jarra a un tonelero, vinatero o dueño de una taberna, que está a horcajadas sobre un tonel, mientras otro está a punto de dejarlo ciego con un punzón. Una mano posterior ha feminizado a este personaje dotándolo de pechos.
En el registro intermedio, la suerte del carnicero no es mucho mejor: tendido sobre su mesa, bajo unas ristras de salchichas, los demonios se aprestan a desollarlo y descuartizarlo con el hacha. Colgados de una barra, los pescados plateados brillan mientras que el pescadero es lanzado a su propio vivero. Un tintorero, igualmente convertido en mujer, es sumergido con un gancho en una tina hirviente para ser sometido a una incesante cocción.
El último registro de tormentos muestra un carpintero que lleva una azuela, al que un diablo le está retorciendo la nariz con unas tenazas. El personaje que porta un mazo y un hocino, un carpintero o posiblemente un escultor, tiene las piernas aplastadas bajo una plancha o una baldosa, mientras que un demonio lo trepana con un cincel.
El cambista, finalmente, ha sido cogido con su balanza en la mano y es golpeado con una bolsa de monedas.

Marie-Thérèse Gousset y Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
Fragmento del libro de estudio Apocalipsis 1313

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