Salterio Glosado

f. 114r, salmo 67  Levántese Dios, y sean dispersos sus enemigos


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En el friso superior se desarrollan temas del Antiguo Testamento. Se alude al campamento de Josué y a sus necesidades de avituallamiento, en especial al agua que es proporcionada al ejército gracias a las rogativas de Moisés. El hecho queda reflejado en las imágenes que aluden a los recipientes donde se contenía el agua y al ritual de beber uno a uno que tiene lugar en el interior de las tiendas antes de la reunión que precede a la batalla (Éxodo, 25, 22-27, especialmente 26-27). La escena siguiente refleja la contienda y la victoria de los hijos de Israel, portadores de un pendón con un grifo y escudos con franjas diagonales y quebradas, estrellas y rombos, sobre los partidarios de Amalec, detentores de escudos con un león rampante y una vistosa ave de alas desplegadas. Mientras los amalecitas mueren, amontonados y sangrantes sobre el flanco derecho, en el centro y sobre un promontorio, se alude a la intervención de Moisés, decisiva en la victoria de Josué (v. 9, Terra mota est, etenim coeli distillaverunt à facie Dei Sinaï, à facie Dei Israël// La tierra se movió, y los cielos destilaron a la vista del Dios de Sinaí, a la vista del Dios de Israel). Sabemos que el patriarca, asistido por Arón y Jur, encargados de sostener sus brazos, dirigió sus manos y oración a la divinidad hasta la puesta del sol, en que Dios atendió a su ruego y, como ilustra la miniatura, bendijo a los suyos sentenciando el triunfo sobre los partidarios de Amalec (Éxodo, 17, 8-16), modo evidente de ejemplificar el poder divino aludido en el salmo (v. 22, Veruntamen Deus confringet capita inimicorum suorum: verticem capilli perambulantium in delictis suis// Ciertamente Dios quebrantará las cabezas de sus enemigos: la mollera cabelluda de los que se pasean en sus pecados).
Tradicionalmente el salmo 67 se halla vinculado a la Ascensión de Cristo, como refleja la obra de san Jerónimo (Breviarium..., 1077 y Tractatus... 102-106, Patr. Lat., Suplementum II, París, 1960), episodio que, por tanto, no podía faltar en la ilustración bassiana. La Ascensión al Cielo se completa aquí singularmente con el Descenso al Infierno (Anastasis) y con una tercera viñeta destinada a un sobresaliente coro de posibles ángeles músicos. El descensus ad Inferos evocado en el salmo (v. 7: “Deus qui inhabitare facit unius moris in domo: Qui educit vinctos in fortitudine, similiter eos, qui exasperant, qui habitant in sepulchris.// Dios que hace morar los de una sola costumbre en casa: que saca a los presos con fortaleza, como también a aquellos que le irritan, los cuales moran en los sepulcros) que alude a la capacidad divina para redimir los pecados, de dar salidas a la muerte, de hacer volver al caído de las profundidades del mar, de crear el camino de la salvación del hombre (v. 20-23), debe compararse con el del Políptico Morgan, donde se reencuentra la boca zoomórfica, aunque sean visibles también ciertas diferencias. En la tabla todos los patriarcas visten de blanco, a diferencia de lo que sucede en el libro, donde se distinguen distintas indumentarias para Cristo, Adán y Eva, y el rey David. El interés por las fauces de la bestia infernal nos remite a otros folios del Salterio (100 y 109v.) que recurren a este motivo evitado, generalmente, en obras bizantinas e italianas, donde la visión del animal como entrada a los infiernos no fue dominante, prefiriéndose la representación de la cueva abierta en las rocas, con inclusión o no de otros motivos arquitectónicos. Cristo, armado de lanza y con el cuerpo marcado por las heridas de su martirio en la cruz, pisa la figura masculina del demonio vencido, que ha tomado aquí los cuernos retorcidos del gran carnero que a menudo lo representa.
En general, todos los elementos de la miniatura, vinculados al Antiguo y al Nuevo Testamento, adquieren finalmente una dimensión festiva que comporta el triunfo sobre el enemigo, sobre la muerte o sobre el maligno. Para ello se requiere un esfuerzo que podrá ser celebrado. No extraña, en consecuencia, el concierto sostenido por ángeles ápteros o jóvenes músicos sin alas que enlazan la tierra y los cielos (v. 26, Praevenerunt principes conjuncti psalentibus, in medio juvencularum tympanistriarum.//Fueron delante los príncipes juntos con los que tañían salmos, en medio de las mocitas, que tocaban panderos.). En este punto no olvido que el salmo alude a los dones ofrecidos por los reyes al Señor (v. 30, A templo tuo in Jerusalem, tibi offerent reges munera.// Desde tu templo en Jerusalén, te ofrecerán a ti dones los reyes.) y a los reinos de la tierra que alaban y tañen salmos ante Él (v. 33, Regna terrae, cantate Deo: psallite Domino: pasillite Deo,// Reinos de la tierra, cantad a Dios: tañed salmos al Señor: tañed salmos a Dios). Los jóvenes tocan el salterio, el órgano portátil, la viola, el salterio triangular, el laúd, los címbalos, la flauta y el tamboril, y elevan cánticos al Dios victorioso de la muerte, que asciende a los cielos después de haber sido capaz de descender a los infiernos e imponerse sobre el mal encarnado por el demonio.
La Ascensión (v. 34, Qui ascendit super coelum coeli, ad Orientem.// Que ha subido sobre el cielo del cielo hacia el Oriente; y S. E, Hyeronimus, Breviarium..., 1081) culmina la historia (v. 35, Date gloriam Deo super Isräel, magnificentia ejus, et virtus ejus in nubibus.// Dad gloria a Dios sobre Israel, su magnificencia y poder en las nubes), con una imagen que muestra a la Virgen y a los apóstoles postrados y en oración unánime, al igual que fue unánime en este manuscrito y en otras obras bassianas la oración de los reyes magos ante Jesús (folio 124). Cristo aparece de medio cuerpo sobre un lecho de nubes proyectado sobre el arco azul del cielo. La proximidad con el Políptico Morgan es de nuevo evidente, pero también los cambios de posición de los testimonios principales. En la tabla María y algunos apóstoles se hallan en pie, separando, aunque sea levemente, el manuscrito del conjunto neoyorquino.

f. 114r, salmo 67  Levántese Dios, y sean dispersos sus enemigos

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f. 114r, salmo 67  Levántese Dios, y sean dispersos sus enemigos

En el friso superior se desarrollan temas del Antiguo Testamento. Se alude al campamento de Josué y a sus necesidades de avituallamiento, en especial al agua que es proporcionada al ejército gracias a las rogativas de Moisés. El hecho queda reflejado en las imágenes que aluden a los recipientes donde se contenía el agua y al ritual de beber uno a uno que tiene lugar en el interior de las tiendas antes de la reunión que precede a la batalla (Éxodo, 25, 22-27, especialmente 26-27). La escena siguiente refleja la contienda y la victoria de los hijos de Israel, portadores de un pendón con un grifo y escudos con franjas diagonales y quebradas, estrellas y rombos, sobre los partidarios de Amalec, detentores de escudos con un león rampante y una vistosa ave de alas desplegadas. Mientras los amalecitas mueren, amontonados y sangrantes sobre el flanco derecho, en el centro y sobre un promontorio, se alude a la intervención de Moisés, decisiva en la victoria de Josué (v. 9, Terra mota est, etenim coeli distillaverunt à facie Dei Sinaï, à facie Dei Israël// La tierra se movió, y los cielos destilaron a la vista del Dios de Sinaí, a la vista del Dios de Israel). Sabemos que el patriarca, asistido por Arón y Jur, encargados de sostener sus brazos, dirigió sus manos y oración a la divinidad hasta la puesta del sol, en que Dios atendió a su ruego y, como ilustra la miniatura, bendijo a los suyos sentenciando el triunfo sobre los partidarios de Amalec (Éxodo, 17, 8-16), modo evidente de ejemplificar el poder divino aludido en el salmo (v. 22, Veruntamen Deus confringet capita inimicorum suorum: verticem capilli perambulantium in delictis suis// Ciertamente Dios quebrantará las cabezas de sus enemigos: la mollera cabelluda de los que se pasean en sus pecados).
Tradicionalmente el salmo 67 se halla vinculado a la Ascensión de Cristo, como refleja la obra de san Jerónimo (Breviarium..., 1077 y Tractatus... 102-106, Patr. Lat., Suplementum II, París, 1960), episodio que, por tanto, no podía faltar en la ilustración bassiana. La Ascensión al Cielo se completa aquí singularmente con el Descenso al Infierno (Anastasis) y con una tercera viñeta destinada a un sobresaliente coro de posibles ángeles músicos. El descensus ad Inferos evocado en el salmo (v. 7: “Deus qui inhabitare facit unius moris in domo: Qui educit vinctos in fortitudine, similiter eos, qui exasperant, qui habitant in sepulchris.// Dios que hace morar los de una sola costumbre en casa: que saca a los presos con fortaleza, como también a aquellos que le irritan, los cuales moran en los sepulcros) que alude a la capacidad divina para redimir los pecados, de dar salidas a la muerte, de hacer volver al caído de las profundidades del mar, de crear el camino de la salvación del hombre (v. 20-23), debe compararse con el del Políptico Morgan, donde se reencuentra la boca zoomórfica, aunque sean visibles también ciertas diferencias. En la tabla todos los patriarcas visten de blanco, a diferencia de lo que sucede en el libro, donde se distinguen distintas indumentarias para Cristo, Adán y Eva, y el rey David. El interés por las fauces de la bestia infernal nos remite a otros folios del Salterio (100 y 109v.) que recurren a este motivo evitado, generalmente, en obras bizantinas e italianas, donde la visión del animal como entrada a los infiernos no fue dominante, prefiriéndose la representación de la cueva abierta en las rocas, con inclusión o no de otros motivos arquitectónicos. Cristo, armado de lanza y con el cuerpo marcado por las heridas de su martirio en la cruz, pisa la figura masculina del demonio vencido, que ha tomado aquí los cuernos retorcidos del gran carnero que a menudo lo representa.
En general, todos los elementos de la miniatura, vinculados al Antiguo y al Nuevo Testamento, adquieren finalmente una dimensión festiva que comporta el triunfo sobre el enemigo, sobre la muerte o sobre el maligno. Para ello se requiere un esfuerzo que podrá ser celebrado. No extraña, en consecuencia, el concierto sostenido por ángeles ápteros o jóvenes músicos sin alas que enlazan la tierra y los cielos (v. 26, Praevenerunt principes conjuncti psalentibus, in medio juvencularum tympanistriarum.//Fueron delante los príncipes juntos con los que tañían salmos, en medio de las mocitas, que tocaban panderos.). En este punto no olvido que el salmo alude a los dones ofrecidos por los reyes al Señor (v. 30, A templo tuo in Jerusalem, tibi offerent reges munera.// Desde tu templo en Jerusalén, te ofrecerán a ti dones los reyes.) y a los reinos de la tierra que alaban y tañen salmos ante Él (v. 33, Regna terrae, cantate Deo: psallite Domino: pasillite Deo,// Reinos de la tierra, cantad a Dios: tañed salmos al Señor: tañed salmos a Dios). Los jóvenes tocan el salterio, el órgano portátil, la viola, el salterio triangular, el laúd, los címbalos, la flauta y el tamboril, y elevan cánticos al Dios victorioso de la muerte, que asciende a los cielos después de haber sido capaz de descender a los infiernos e imponerse sobre el mal encarnado por el demonio.
La Ascensión (v. 34, Qui ascendit super coelum coeli, ad Orientem.// Que ha subido sobre el cielo del cielo hacia el Oriente; y S. E, Hyeronimus, Breviarium..., 1081) culmina la historia (v. 35, Date gloriam Deo super Isräel, magnificentia ejus, et virtus ejus in nubibus.// Dad gloria a Dios sobre Israel, su magnificencia y poder en las nubes), con una imagen que muestra a la Virgen y a los apóstoles postrados y en oración unánime, al igual que fue unánime en este manuscrito y en otras obras bassianas la oración de los reyes magos ante Jesús (folio 124). Cristo aparece de medio cuerpo sobre un lecho de nubes proyectado sobre el arco azul del cielo. La proximidad con el Políptico Morgan es de nuevo evidente, pero también los cambios de posición de los testimonios principales. En la tabla María y algunos apóstoles se hallan en pie, separando, aunque sea levemente, el manuscrito del conjunto neoyorquino.

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