Libro de Horas de Luis de Orleans

f. 99r, San Lucas


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El texto que está sobre la miniatura narra el final del pasaje del Evangelio de san Marcos; el de san Lucas (1, 26-38) comienza en el siguiente folio. A diferencia de los retratos anteriores, el de san Lucas no es el de un poeta, sino el de un pintor sentado en un banco de madera –de forma poco convincente– realizando el retrato de busto de la Virgen en una tabla sobre un atril con un pincel finísimo cogido de forma poco convincente, lo que demuestra la ignorancia anatómica de ciertos colaboradores de Jean Colombe– con los dedos índice y corazón. En la mesa, hay varios recipientes con colores, pinceles y un vaso de vidrio. Santa María, nimbada y cubierta con tocas y el manto azul, está de pie con las manos juntas delante de una puerta de madera. Una ventana acristalada abierta da luz a la estancia. En esta representación, a diferencia, de nuevo, de las anteriores no aparece el animal simbólico del evangelista. La composición, casi una fórmula de taller, es similar, aunque de calidad inferior, a la de diversos libros de horas como el de Luis de Laval (París, Bibliothèque nationale de France, ms. lat. 920, f. 32v.), uno conservado en Florencia (Biblioteca Laurenziana, ms. Pal. Med. 241, f. 20r.) y otro fechado en 1480 (París, Bibliothèque nationale de France, ms. lat. 1160, f. 3r.).
La leyenda que lo representa como el pintor de la Virgen no es anterior al siglo vi. En opinión de L. Réau, la representación del evangelista como artista se debe, posiblemente, a dos razones: la primera porque su Evangelio es el que contiene más detalles acerca de la vida de Santa María; la segunda porque, según el investigador francés, como los retratos atribuidos a san Lucas datan de una época muy posterior, se ha supuesto una confusión de nombres con un pintor florentino del siglo ix que se llamaba Luca y a quien, debido a su piedad, se le motejó il santo. Cuando se borró su recuerdo, se imaginó que este santo Luca era el Evangelista. Sin embargo, los orígenes de esta leyenda, mucho más antiguos, permanecen aún oscuros. Las variantes de la representación de san Lucas como pintor son muchas: aparece sentado o arrodillado ante la Virgen, que está sola o con el Niño. Puede dibujar con lápiz o punta de plata o pintar con un pincel. A veces, un ángel inspirador le guía la mano. A veces, incluso, puede aparecer el buey. El tema fue particularmente frecuente entre los maestros flamencos de los siglos xv y xvi.
 

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f. 99r, San Lucas

El texto que está sobre la miniatura narra el final del pasaje del Evangelio de san Marcos; el de san Lucas (1, 26-38) comienza en el siguiente folio. A diferencia de los retratos anteriores, el de san Lucas no es el de un poeta, sino el de un pintor sentado en un banco de madera –de forma poco convincente– realizando el retrato de busto de la Virgen en una tabla sobre un atril con un pincel finísimo cogido de forma poco convincente, lo que demuestra la ignorancia anatómica de ciertos colaboradores de Jean Colombe– con los dedos índice y corazón. En la mesa, hay varios recipientes con colores, pinceles y un vaso de vidrio. Santa María, nimbada y cubierta con tocas y el manto azul, está de pie con las manos juntas delante de una puerta de madera. Una ventana acristalada abierta da luz a la estancia. En esta representación, a diferencia, de nuevo, de las anteriores no aparece el animal simbólico del evangelista. La composición, casi una fórmula de taller, es similar, aunque de calidad inferior, a la de diversos libros de horas como el de Luis de Laval (París, Bibliothèque nationale de France, ms. lat. 920, f. 32v.), uno conservado en Florencia (Biblioteca Laurenziana, ms. Pal. Med. 241, f. 20r.) y otro fechado en 1480 (París, Bibliothèque nationale de France, ms. lat. 1160, f. 3r.).
La leyenda que lo representa como el pintor de la Virgen no es anterior al siglo vi. En opinión de L. Réau, la representación del evangelista como artista se debe, posiblemente, a dos razones: la primera porque su Evangelio es el que contiene más detalles acerca de la vida de Santa María; la segunda porque, según el investigador francés, como los retratos atribuidos a san Lucas datan de una época muy posterior, se ha supuesto una confusión de nombres con un pintor florentino del siglo ix que se llamaba Luca y a quien, debido a su piedad, se le motejó il santo. Cuando se borró su recuerdo, se imaginó que este santo Luca era el Evangelista. Sin embargo, los orígenes de esta leyenda, mucho más antiguos, permanecen aún oscuros. Las variantes de la representación de san Lucas como pintor son muchas: aparece sentado o arrodillado ante la Virgen, que está sola o con el Niño. Puede dibujar con lápiz o punta de plata o pintar con un pincel. A veces, un ángel inspirador le guía la mano. A veces, incluso, puede aparecer el buey. El tema fue particularmente frecuente entre los maestros flamencos de los siglos xv y xvi.
 

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