Splendor Solis

f. 29r, Luna


Volver

La decimoctava miniatura del Splendor Solis, la séptima y última de la serie de los planetas, muestra a la diosa planetaria Luna, sentada en su dorado carro celestial de un solo eje, tirado por dos vírgenes pintadas en tonos rojizos y dorados. Como atributo, Luna sostiene una media luna de gran tamaño, abierta hacia arriba, con rostro humano. En la tierra, los hijos del planeta Luna viven en armonía con la naturaleza, a la que han sometido y que irradia un carácter idílico, casi arcádico. Hay una segunda media luna de gran tamaño, también con rostro humano, en el fondo de la redoma, colocada en el nicho arquitectónico del campo central de la imagen. Abierta hacia abajo, la media luna hace las veces de un zócalo semicircular sobre el que aparece un joven rey con una vestimenta en dos tonalidades de rojo: la combinación de su jubón corto de color rojo carmesí y las botas del mismo color con un manto púrpura es de gran sutileza; esta combinación, inusual para nuestros ojos, proviene de un sentido estilístico gótico que encontramos, especialmente, en pinturas de Rogier van der Weyden y Hugo van der Goes. También en las obras de Alberto Durero y sus contemporáneos, la aparición conjunta de tonalidades de rojo testimonia un carácter refinado. La exquisitez de estos colores es apropiada para el joven monarca, quien, rodeado por un resplandeciente halo de oro, lleva las insignias doradas que denotan su poder: el cetro en la mano derecha, la poma en la izquierda y la corona sobre su cabeza.

Manifiestamente, la miniatura, que representa el más alto grado de la transmutación alquímica, irradia un carácter idílico, incluso paradisíaco. La promesa de una Edad de Oro se refleja en la luminosidad de la miniatura y la opulencia del oro que se complementa con la elegancia, sujeta a la moda de la época, de la combinación de las dos tonalidades de rojo. También la inscripción de la cartela de color del manuscrito de Núremberg alude a las dos tonalidades de rojo: «Jam mors consumata et filius noster regnat rubram (...) toga’ et chermes indutus est» (Ya está superada la muerte y nuestro hijo reina, vestido con una toga roja y púrpura). El motivo del rey rojo en el vas hermeticum está relacionado con la anterior representación de la reina blanca en la redoma, y se remonta igualmente a una miniatura del Donum Dei. El color rojo, que le da el nombre, representa al mismo tiempo la fase alquímica de rubedo, relacionada con la obtención de oro.

Jörg Völlnagel
(Historiador del Arte e investigador asociado de los Staatliche Museen zu Berlin)
 


f. 29r, Luna

Volver

f. 29r, Luna

La decimoctava miniatura del Splendor Solis, la séptima y última de la serie de los planetas, muestra a la diosa planetaria Luna, sentada en su dorado carro celestial de un solo eje, tirado por dos vírgenes pintadas en tonos rojizos y dorados. Como atributo, Luna sostiene una media luna de gran tamaño, abierta hacia arriba, con rostro humano. En la tierra, los hijos del planeta Luna viven en armonía con la naturaleza, a la que han sometido y que irradia un carácter idílico, casi arcádico. Hay una segunda media luna de gran tamaño, también con rostro humano, en el fondo de la redoma, colocada en el nicho arquitectónico del campo central de la imagen. Abierta hacia abajo, la media luna hace las veces de un zócalo semicircular sobre el que aparece un joven rey con una vestimenta en dos tonalidades de rojo: la combinación de su jubón corto de color rojo carmesí y las botas del mismo color con un manto púrpura es de gran sutileza; esta combinación, inusual para nuestros ojos, proviene de un sentido estilístico gótico que encontramos, especialmente, en pinturas de Rogier van der Weyden y Hugo van der Goes. También en las obras de Alberto Durero y sus contemporáneos, la aparición conjunta de tonalidades de rojo testimonia un carácter refinado. La exquisitez de estos colores es apropiada para el joven monarca, quien, rodeado por un resplandeciente halo de oro, lleva las insignias doradas que denotan su poder: el cetro en la mano derecha, la poma en la izquierda y la corona sobre su cabeza.

Manifiestamente, la miniatura, que representa el más alto grado de la transmutación alquímica, irradia un carácter idílico, incluso paradisíaco. La promesa de una Edad de Oro se refleja en la luminosidad de la miniatura y la opulencia del oro que se complementa con la elegancia, sujeta a la moda de la época, de la combinación de las dos tonalidades de rojo. También la inscripción de la cartela de color del manuscrito de Núremberg alude a las dos tonalidades de rojo: «Jam mors consumata et filius noster regnat rubram (...) toga’ et chermes indutus est» (Ya está superada la muerte y nuestro hijo reina, vestido con una toga roja y púrpura). El motivo del rey rojo en el vas hermeticum está relacionado con la anterior representación de la reina blanca en la redoma, y se remonta igualmente a una miniatura del Donum Dei. El color rojo, que le da el nombre, representa al mismo tiempo la fase alquímica de rubedo, relacionada con la obtención de oro.

Jörg Völlnagel
(Historiador del Arte e investigador asociado de los Staatliche Museen zu Berlin)
 


Preferencias sobre cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Para más obtener más información puedes leer nuestra política sobre cookies. Puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón Aceptar o configurarlas o rechazar su uso haciendo click AQUÍ.