Beato de Liébana, códice del Monasterio de Santo Domingo de Silos, Burgos

f. 3v, Cruz de Oviedo


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La presencia de la cruz encabezando los manuscritos altomedievales es muy habitual. Esta es una de las cuatro cruces que enriquecen este beato.

En los manuscritos del siglo X se advierten dos tradiciones: la procedente de la miniatura francesa, que carece de encuadramiento y muestra la cruz cobijada bajo un arco y a la cual se asocia la presencia de las letras alfa y omega; y otra que carece de encuadramiento arquitectónico, sustituido por una rica orla decorativa.

El modelo de cruz de los manuscritos hispánicos suele inspirarse con frecuencia en la cruz de los Ángeles de Oviedo, realizada en el año 808, bajo el reinado de Alfonso II; de ella ha tomado el nombre en los manuscritos. La presencia de la cruz de Oviedo obedece a un triunfo contra los enemigos de la religión, como ponen de manifiesto las ilustraciones de códices o inscripciones en piezas de orfebrería.

Igual que la del folio anterior (f. 2v), esta cruz queda enmarcada por un arco de herradura y las estructuras de entrelazados alcanzan un extremo inusitado de complejidad.

De los brazos horizontales penden el alfa y el omega, que simbolizan el principio y el fin, atributo de la divinidad. Hacia arriba se prolongan sendos tallos rematados en estilizaciones florales que simulan ser dos lámparas. Esta decoración se ha inspirado directamente en la cruz del Liber Commicus de San Millán de la Cogolla.

Ángela Franco Mata
Jefa del Departamento de Antigüedades Medievales del Museo Arqueológico Nacional
(Fragmento del libro de estudio Beato de Silos)

f. 3v, Cruz de Oviedo

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f. 3v, Cruz de Oviedo

La presencia de la cruz encabezando los manuscritos altomedievales es muy habitual. Esta es una de las cuatro cruces que enriquecen este beato.

En los manuscritos del siglo X se advierten dos tradiciones: la procedente de la miniatura francesa, que carece de encuadramiento y muestra la cruz cobijada bajo un arco y a la cual se asocia la presencia de las letras alfa y omega; y otra que carece de encuadramiento arquitectónico, sustituido por una rica orla decorativa.

El modelo de cruz de los manuscritos hispánicos suele inspirarse con frecuencia en la cruz de los Ángeles de Oviedo, realizada en el año 808, bajo el reinado de Alfonso II; de ella ha tomado el nombre en los manuscritos. La presencia de la cruz de Oviedo obedece a un triunfo contra los enemigos de la religión, como ponen de manifiesto las ilustraciones de códices o inscripciones en piezas de orfebrería.

Igual que la del folio anterior (f. 2v), esta cruz queda enmarcada por un arco de herradura y las estructuras de entrelazados alcanzan un extremo inusitado de complejidad.

De los brazos horizontales penden el alfa y el omega, que simbolizan el principio y el fin, atributo de la divinidad. Hacia arriba se prolongan sendos tallos rematados en estilizaciones florales que simulan ser dos lámparas. Esta decoración se ha inspirado directamente en la cruz del Liber Commicus de San Millán de la Cogolla.

Ángela Franco Mata
Jefa del Departamento de Antigüedades Medievales del Museo Arqueológico Nacional
(Fragmento del libro de estudio Beato de Silos)

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