Apocalipsis 1313

f. 72r, El Dragón encadenado por mil años (Apocalipsis 20, 1-3)


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Le toca ahora al diablo perder su poder para dañar durante mil años, duración simbólica, sinónimo de paz y de perdón para la Iglesia de Cristo. El espíritu de Dios sale de la nube para dirigirse a la tierra, con una gran llave de oro en la mano. Lleva a la antigua Serpiente –un dragón alado provisto de numerosas cabezas coronadas por otros tantos dardos– al extremo de una larga cadena que ciñe el cuello del monstruo. El segundo plano de esta miniatura, dividida longitudinalmente por dos franjas labradas de distintos colores, da legibilidad a la narración representada, cuya acción prosigue en la parte izquierda de la imagen, haciendo, sobre el fondo rojo, pendant con la parte celestial de la derecha. El ángel se dispone a cerrar «el pozo del abismo» –un orificio negro en un paisaje rocoso de improbable vegetación– por medio de una losa de mármol. Esta composición simétrica confiere una economía de medios así como una armonía formal a la imagen, reuniendo en un solo folio acontecimientos que se suceden, en el texto, a un ritmo rápido.
Fuera del marco, dos híbridos androcéfalos simulan un combate; este tipo de figuras llamadas «grutesco», nacidas en los márgenes de los manuscritos góticos de la Europa septentrional, sólo tienen, como máximo, una lejana relación con la temática guerrera de la escena principal. Pertenecen a la ornamentación, pero contribuyen a establecer cierta distancia entre la pintura y el lector, cuyos ojos están habituados a aprehender, en primer lugar, los elementos que se encuentran, como el texto, «a flor de página». El marco iluminado que sirve de soporte y de línea de suelo a esos marginalia parece, al mismo tiempo, incrustar el cuadro central en la página, por un fenómeno visual de mise en abyme que contribuye a la desdramatización del acontecimiento apocalíptico que se encuentra, sin embargo, en el centro del libro. Esa estética de «desrealización» del tema, sujeto a una nueva «ley del marco», irá aumentando en el arte de la miniatura durante los dos últimos siglos de la Edad Media.

Marie-Thérèse Gousset y Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
Fragmento del libro de estudio Apocalipsis 1313


f. 72r, El Dragón encadenado por mil años (Apocalipsis 20, 1-3)

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f. 72r, El Dragón encadenado por mil años (Apocalipsis 20, 1-3)

Le toca ahora al diablo perder su poder para dañar durante mil años, duración simbólica, sinónimo de paz y de perdón para la Iglesia de Cristo. El espíritu de Dios sale de la nube para dirigirse a la tierra, con una gran llave de oro en la mano. Lleva a la antigua Serpiente –un dragón alado provisto de numerosas cabezas coronadas por otros tantos dardos– al extremo de una larga cadena que ciñe el cuello del monstruo. El segundo plano de esta miniatura, dividida longitudinalmente por dos franjas labradas de distintos colores, da legibilidad a la narración representada, cuya acción prosigue en la parte izquierda de la imagen, haciendo, sobre el fondo rojo, pendant con la parte celestial de la derecha. El ángel se dispone a cerrar «el pozo del abismo» –un orificio negro en un paisaje rocoso de improbable vegetación– por medio de una losa de mármol. Esta composición simétrica confiere una economía de medios así como una armonía formal a la imagen, reuniendo en un solo folio acontecimientos que se suceden, en el texto, a un ritmo rápido.
Fuera del marco, dos híbridos androcéfalos simulan un combate; este tipo de figuras llamadas «grutesco», nacidas en los márgenes de los manuscritos góticos de la Europa septentrional, sólo tienen, como máximo, una lejana relación con la temática guerrera de la escena principal. Pertenecen a la ornamentación, pero contribuyen a establecer cierta distancia entre la pintura y el lector, cuyos ojos están habituados a aprehender, en primer lugar, los elementos que se encuentran, como el texto, «a flor de página». El marco iluminado que sirve de soporte y de línea de suelo a esos marginalia parece, al mismo tiempo, incrustar el cuadro central en la página, por un fenómeno visual de mise en abyme que contribuye a la desdramatización del acontecimiento apocalíptico que se encuentra, sin embargo, en el centro del libro. Esa estética de «desrealización» del tema, sujeto a una nueva «ley del marco», irá aumentando en el arte de la miniatura durante los dos últimos siglos de la Edad Media.

Marie-Thérèse Gousset y Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
Fragmento del libro de estudio Apocalipsis 1313


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