Apocalipsis 1313

El infierno de los oficios  
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El infierno de los oficios  

Al igual que la visión beatífica de la «soberana Jerusalén» ocupa varias miniaturas, la del Infierno prosigue, siendo este folio la tercera de las cuatro composiciones consagradas a las penas eternas, pintadas sobre un fondo del color de las llamas. Los suplicios se detallan aquí con complacencia, no a la medida de los vicios y siguiendo sus categorías, correspondiendo cada uno de los siete pecados capitales al castigo apropiado. Aquí, quienes se complacieron haciendo el mal, los malvados condenados a la «segunda muerte» son castigados en función de las actividades que han ejercido en la tierra. Así se describe un infierno de los oficios en tres registros que prosigue, por otra parte, en la página siguiente.
Los herreros inauguran la serie. Tendido boca abajo sobre su yunque, uno de ellos es martilleado por dos demonios mientras su compañero, violentado y despatarrado por un diablo que le mantiene sobre un fuelle (?), va a ser partido en dos. A su lado, un tonelero, un vinatero o tabernero –a quien una mano más tardía feminizó dotándole de pechos– a caballo sobre un tonel y apoyado en un husillo, es golpeado con una jarra antes de ser cegado con el punzón.
En el registro intermedio, la suerte del carnicero no es mucho mejor: tendido en su puesto, bajo unas ristras de salchichas, los demonios se disponen a desollarlo y a cuartearlo con el hacha. Colgados de una barra, los plateados pescados brillan mientras su vendedor es lanzado a su propio vivero; un tintorero, convertido también en mujer, es sumergido en una tina hirviente con ayuda de una horquilla, para ser sometido a una incesante cocción.
La última hilera de tormentos muestra a un carpintero que lleva una azuela, a quien retuerce la nariz un diablo con unas tenazas. La figura provista de un mazo y un hocino cuya hoja tiene forma de platija, un carpintero o un escultor tal vez, tiene las piernas aplastadas bajo una tabla o una losa mientras un demonio lo trepana con el cincel. El cambista, finalmente, es captado con su balanza en las manos y golpeado con bolsas de escudos.

Marie-Thérèse Gousset y Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
Fragmento del libro de estudio Apocalipsis 1313

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