Breviario de Isabel la Católica

f. 184v, El rey David y sus músicos sobre las quince gradas del Templo


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Para el inicio de los quince salmos graduales, dentro del salterio, el Maestro del Libro de Oración de Dresde escogió la escena en que David, rodeado de músicos, sube los quince escalones simbólicos del Templo, visto como una gran iglesia de la época dentro de un entorno urbano. El rey de Israel aparece representado dos veces: la primera, a la derecha de la composición, en una cámara donde, de rodillas en un reclinatorio con libro abierto, hace oración; sobre él, se lee, escrito en letras doradas «rex dauid». La segunda, es la escena principal, en la que el monarca, de espaldas y con la cabeza en alto, se encuentra sobre el tercer escalón del templo. Es destacable, dentro del estilo del Maestro del Libro de Oración de Dresde, que el personaje principal, como en el caso de la pintura del folio 146 v. –que representa, asimismo, a David–, se encuentre de espaldas, lo que acentúa la inmediatez y espontaneidad que se quiere dar a la composición, dejando de lado todo aspecto mayestático. A ello, debe añadirse que no todas las figuras están vistas en su totalidad, sino que los personajes de los laterales aparecen cortados, lo que invita al espectador, a través de su experiencia e imaginación, a desarrollar la escena completa; en este sentido, se subraya, como en el caso del protagonista visto de espaldas, la elaborada espontaneidad de la composición, así como su modernidad.
Aparte de sus valores compositivos y simbólicos, el interés de la pintura se centra, igualmente, en los instrumentos musicales representados, predominando los aerófonos sobre los cordófonos, lo que era habitual en el acompañamiento de voces, por parte de los ministriles contratados por las grandes catedrales, iglesias o capillas nobiliarias, durante la liturgia de la época en Flandes; sin embargo, esto no quiere decir, en ningún momento, que la pintura muestre una celebración musical del momento con instrumentos usados entonces, ya que alguno de ellos resultaría arcaico o inapropiado para una celebración litúrgica; simplemente, es una muestra de la variedad musical con que, tradicionalmente, la Sukkah (5, 1-4) comenta que los levitas –con arpas, liras, címbalos y trompetas– celebraban la fiesta de los Tabernáculos sobre las quince gradas del Templo. En primer término, aparece un hombre tocando una flauta de pico y tamboril y otro el órgano portátil u organetto; seguidamente, otro el triángulo; la figura de espaldas que se ve a continuación toca aerófono, difícil de distinguir: puede tratarse de una chirimía; a continuación, una gran trompeta natural; seguida de un arpa, sostenida de manera inverosímil por su tañedor; dos laúdes, posiblemente tocados con plectro y más chirimías.
Los salmos graduales –del 119 al 133– son quince cánticos populares entonados, quizá, por los peregrinos mientras iban a las grandes fiestas en Jerusalén, como su nombre hebreo, shir hamma’aloth, indica. La Mishna comenta que «Quince gradas llevaban ... [del atrio de las mujeres] al atrio de los israelitas, y éstas correspondían a los quince cánticos de Maaloth en los Salmos, y sobre ellas cantaban los levitas» (Middoth 2, 5).

f. 184v, El rey David y sus músicos sobre las quince gradas del Templo

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Para el inicio de los quince salmos graduales, dentro del salterio, el Maestro del Libro de Oración de Dresde escogió la escena en que David, rodeado de músicos, sube los quince escalones simbólicos del Templo, visto como una gran iglesia de la época dentro de un entorno urbano. El rey de Israel aparece representado dos veces: la primera, a la derecha de la composición, en una cámara donde, de rodillas en un reclinatorio con libro abierto, hace oración; sobre él, se lee, escrito en letras doradas «rex dauid». La segunda, es la escena principal, en la que el monarca, de espaldas y con la cabeza en alto, se encuentra sobre el tercer escalón del templo. Es destacable, dentro del estilo del Maestro del Libro de Oración de Dresde, que el personaje principal, como en el caso de la pintura del folio 146 v. –que representa, asimismo, a David–, se encuentre de espaldas, lo que acentúa la inmediatez y espontaneidad que se quiere dar a la composición, dejando de lado todo aspecto mayestático. A ello, debe añadirse que no todas las figuras están vistas en su totalidad, sino que los personajes de los laterales aparecen cortados, lo que invita al espectador, a través de su experiencia e imaginación, a desarrollar la escena completa; en este sentido, se subraya, como en el caso del protagonista visto de espaldas, la elaborada espontaneidad de la composición, así como su modernidad.
Aparte de sus valores compositivos y simbólicos, el interés de la pintura se centra, igualmente, en los instrumentos musicales representados, predominando los aerófonos sobre los cordófonos, lo que era habitual en el acompañamiento de voces, por parte de los ministriles contratados por las grandes catedrales, iglesias o capillas nobiliarias, durante la liturgia de la época en Flandes; sin embargo, esto no quiere decir, en ningún momento, que la pintura muestre una celebración musical del momento con instrumentos usados entonces, ya que alguno de ellos resultaría arcaico o inapropiado para una celebración litúrgica; simplemente, es una muestra de la variedad musical con que, tradicionalmente, la Sukkah (5, 1-4) comenta que los levitas –con arpas, liras, címbalos y trompetas– celebraban la fiesta de los Tabernáculos sobre las quince gradas del Templo. En primer término, aparece un hombre tocando una flauta de pico y tamboril y otro el órgano portátil u organetto; seguidamente, otro el triángulo; la figura de espaldas que se ve a continuación toca aerófono, difícil de distinguir: puede tratarse de una chirimía; a continuación, una gran trompeta natural; seguida de un arpa, sostenida de manera inverosímil por su tañedor; dos laúdes, posiblemente tocados con plectro y más chirimías.
Los salmos graduales –del 119 al 133– son quince cánticos populares entonados, quizá, por los peregrinos mientras iban a las grandes fiestas en Jerusalén, como su nombre hebreo, shir hamma’aloth, indica. La Mishna comenta que «Quince gradas llevaban ... [del atrio de las mujeres] al atrio de los israelitas, y éstas correspondían a los quince cánticos de Maaloth en los Salmos, y sobre ellas cantaban los levitas» (Middoth 2, 5).

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