Libro del Golf 

f.23v, Junio, el torneo


Volver

La pintura del folio 23v. muestra el desarrollo de un torneo en una ciudad flamenca: en primer plano, tratan de abatirse con sus espadas dos caballeros montados en sus cabalgaduras y asistidos por sus sirvientes; en el suelo, las lanzas rotas, a la izquierda, un heraldo a caballo haciendo sonar una pequeña trompeta natural; a la derecha, dos jinetes armados que esperan turno para entrar en la liza. En el centro de ésta, dos caballeros, con palizada por medio, justando. En último plano, una gran multitud de ciudadanos contenida por una barrera observan la justa, con un estrado, como lugar destacado, para las autoridades de la ciudad, vista en el plano final como un conjunto de iglesias y construcciones civiles de diversas épocas, donde debe verse una adaptación de elementos existentes más que un lugar determinado de Brujas.


Los caballeros llevan una armadura de placas y por encima una cota de armas de terciopelo, con los colores de su emblema, que se sujeta a la cintura con un cordón y un ancho talabarte en el que pendían la espada y el puñal. Debajo, se usaba una cota de malla con almofar sobre el que se colocaba el yelmo. La armadura, que para los torneos se realizaba con placas de acero deslizantes y más delgadas para permitir una mayor libertad de movimientos, comenzaba a vestirse por el gorjal, al que se sujetaban la coraza o peto y los guardabrazos; las piernas empezaban a cubrirse desde los pies, siendo imprescindible la ayuda del escudero debido a la rigidez de las piezas. Los escudos eran de madera, sin hierro ni acero. De los caballos, sólo se aprecia la testera, para proteger la cabeza, y las gualdrapas con que van cubiertos. En el torneo, los golpes siempre iban dirigidos al peto, cabeza y brazo izquierdo del caballero, por lo que estas partes se protegían especialmente por medio de piezas más pesadas e, incluso, con placas suplementarias atornilladas sobre las corrientes.


Antes del siglo XIV, el motivo del torneo no cuenta con muchas representaciones; a partir de esta época es más abundante su aparición, especialmente en ilustraciones de romans o de relatos de historia antigua y reciente, siendo particularmente numerosos en Francia, Alemania y, sobre todo, en Italia, como puede comprobarse a través de bastantes cuadernos de taller de autores lombardos y en pinturas que decoran los cassoni o, en Francia y en Italia, en la decoración de determinadas estancias desde el siglo XIII al XVI a través de frescos o de tapices. Sin embargo, es infrecuente encontrar este tema en el ciclo del calendario y, especialmente, en el contexto de los libros de horas y, salvo en ciertas drôleries con un sentido claramente satírico, su aparición en estos volúmenes de devoción es muy tardía, probablemente por la sanción eclesiástica que pesaba sobre ellos: podían ser un lugar propicio para desatar el rencor y el odio hacia determinadas personas, además de fomentar la pereza –debido a la depresión en que caen los perdedores–, la avaricia –pues los hombres llegan a despojarse unos a otros–, la gula –por las fiestas celebradas– y la lujuria –ya que se combate para satisfacción de las mujeres–. Sin embargo, el motivo del torneo fue tratado en algunos libros de horas de Simon Bening. El hecho de aparecer esta escena como una actividad habitual del mes de junio podría indicar que el comitente del libro se sentía identificado con ella y, por eso mismo, pertenecía a la nobleza.
En la parte inferior de la orla que bordea la escena, aparecen unos niños justando sobre caballos de madera o palos con molinos de viento en sus manos, como un guiño irónico, o una concesión a los moralistas, al combate que tiene lugar en la pintura principal.

Carlos Miranda García-Tejedor
Doctor en Historia


f.23v, Junio, el torneo

Volver

f.23v, Junio, el torneo

La pintura del folio 23v. muestra el desarrollo de un torneo en una ciudad flamenca: en primer plano, tratan de abatirse con sus espadas dos caballeros montados en sus cabalgaduras y asistidos por sus sirvientes; en el suelo, las lanzas rotas, a la izquierda, un heraldo a caballo haciendo sonar una pequeña trompeta natural; a la derecha, dos jinetes armados que esperan turno para entrar en la liza. En el centro de ésta, dos caballeros, con palizada por medio, justando. En último plano, una gran multitud de ciudadanos contenida por una barrera observan la justa, con un estrado, como lugar destacado, para las autoridades de la ciudad, vista en el plano final como un conjunto de iglesias y construcciones civiles de diversas épocas, donde debe verse una adaptación de elementos existentes más que un lugar determinado de Brujas.


Los caballeros llevan una armadura de placas y por encima una cota de armas de terciopelo, con los colores de su emblema, que se sujeta a la cintura con un cordón y un ancho talabarte en el que pendían la espada y el puñal. Debajo, se usaba una cota de malla con almofar sobre el que se colocaba el yelmo. La armadura, que para los torneos se realizaba con placas de acero deslizantes y más delgadas para permitir una mayor libertad de movimientos, comenzaba a vestirse por el gorjal, al que se sujetaban la coraza o peto y los guardabrazos; las piernas empezaban a cubrirse desde los pies, siendo imprescindible la ayuda del escudero debido a la rigidez de las piezas. Los escudos eran de madera, sin hierro ni acero. De los caballos, sólo se aprecia la testera, para proteger la cabeza, y las gualdrapas con que van cubiertos. En el torneo, los golpes siempre iban dirigidos al peto, cabeza y brazo izquierdo del caballero, por lo que estas partes se protegían especialmente por medio de piezas más pesadas e, incluso, con placas suplementarias atornilladas sobre las corrientes.


Antes del siglo XIV, el motivo del torneo no cuenta con muchas representaciones; a partir de esta época es más abundante su aparición, especialmente en ilustraciones de romans o de relatos de historia antigua y reciente, siendo particularmente numerosos en Francia, Alemania y, sobre todo, en Italia, como puede comprobarse a través de bastantes cuadernos de taller de autores lombardos y en pinturas que decoran los cassoni o, en Francia y en Italia, en la decoración de determinadas estancias desde el siglo XIII al XVI a través de frescos o de tapices. Sin embargo, es infrecuente encontrar este tema en el ciclo del calendario y, especialmente, en el contexto de los libros de horas y, salvo en ciertas drôleries con un sentido claramente satírico, su aparición en estos volúmenes de devoción es muy tardía, probablemente por la sanción eclesiástica que pesaba sobre ellos: podían ser un lugar propicio para desatar el rencor y el odio hacia determinadas personas, además de fomentar la pereza –debido a la depresión en que caen los perdedores–, la avaricia –pues los hombres llegan a despojarse unos a otros–, la gula –por las fiestas celebradas– y la lujuria –ya que se combate para satisfacción de las mujeres–. Sin embargo, el motivo del torneo fue tratado en algunos libros de horas de Simon Bening. El hecho de aparecer esta escena como una actividad habitual del mes de junio podría indicar que el comitente del libro se sentía identificado con ella y, por eso mismo, pertenecía a la nobleza.
En la parte inferior de la orla que bordea la escena, aparecen unos niños justando sobre caballos de madera o palos con molinos de viento en sus manos, como un guiño irónico, o una concesión a los moralistas, al combate que tiene lugar en la pintura principal.

Carlos Miranda García-Tejedor
Doctor en Historia


Preferencias sobre cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Para más obtener más información puedes leer nuestra política sobre cookies. Puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón Aceptar o configurarlas o rechazar su uso haciendo click AQUÍ.