Tras avanzar durante treinta jornadas por el desierto se llega a la región de Tangut, un territorio donde se conservan antiguos ritos dedicados a los ídolos locales. Cada año, las familias que tienen hijos crían un cordero que ofrecen al final del ciclo. Durante la festividad, llevan al animal ante la imagen del dios, lo sacrifican y cocinan, y lo presentan nuevamente con gran reverencia. Creen que la divinidad se alimenta del aroma de la carne -pues las imágenes son mudas y sin boca- y así protege la salud de sus hijos. Después recuperan la carne, dejando una pequeña parte en el santuario, y el resto la comparten entre parientes y amigos en un banquete ritual. Los huesos se depositan cuidadosamente en un arca, mientras que el sacerdote recibe la cabeza, la piel, las vísceras y parte de la carne.
Los funerales siguen un ceremonial complejo. Cuando alguien muere, sus familiares trasladan el cuerpo a un lugar de cremación, pasando por varias casitas de madera ricamente adornadas con seda y oro, según los recursos de cada familia. Ante cada una de ellas depositan alimentos para que, según creen, el espíritu del difunto recobre fuerzas antes de ser incinerado. Al llegar al lugar final, arrojan al fuego figuras recortadas de papel o corteza que representan animales, así como papel moneda y tejidos de seda: todo ello para asegurarle en el otro mundo caballos, camellos, criados y bienes.
Durante el traslado hacen sonar numerosos instrumentos musicales, convencidos de que así facilitan la llegada del difunto al más allá. Un astrólogo determina siempre el día adecuado para sacar el cuerpo de la casa y proceder a su cremación, basándose en la fecha y hora de nacimiento del fallecido. Si los astros no son favorables, deben conservar el cadáver durante días, semanas o incluso meses, cuidando de él cada día. Para evitar su descomposición, lo colocan en un ataúd de planchas de palma, lo cubren con arcilla y envuelven el conjunto en sedas perfumadas con especias como azafrán o alcanfor. Cuando finalmente llega el momento propicio, el astrólogo indica incluso por dónde debe salir el cuerpo -por la puerta, una ventana o abriendo un hueco en la pared si fuera necesario- para evitar influencias de espíritus malignos y proteger a la familia de desgracias.