Beato de Liébana, códice del Monasterio de San Salvador de Tábara, Zamora

ff. 215v-216r, El fuego de Babilonia y el duelo de los reyes y de los mercaderes
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ff. 215v-216r, El fuego de Babilonia y el duelo de los reyes y de los mercaderes

Storia: Ap. 18, 1-20. Explanatio: X, 1.

La ilustración se extiende, como en la mayoría de los beatos de la familia II, a lo largo de dos folios: en el 215v., encabezada por la inscripción que parafrasea la explanatio, «vbi babilon it est iste mundus/ardet» se ve al ángel volando, señalando con un gesto discursivo la ciudad de Babilonia, representada como un edificio amurallado compuesto por un gran paramento de dos cuerpos, cubierta de doble vertiente y remate de almenas, con grandes contrafuertes flanqueándolo, lleno de fuego –figurado a través de líneas rojas y azules sinuosas–, donde destaca un gran vano con forma de arco de herradura que contiene una puerta de madera cerrada, remachada con hierros, rodeado, principalmente, por dos pares de arcos de herradura geminados con marco rectangular; en su interior, jarras y copas, que corresponden a una tradición de época visigoda, símbolo de su esplendor o de los vasos sagrados robados por Nabucodonosor. Encima, una pareja de arcos de herradura ajimezados con marco rectangular; cada uno contiene sendas formas estrelladas de oro en la parte superior, que se repiten en las dos zonas laterales contiguas, y sendas cuadrangulares, también doradas, en la inferior, como imagen de su riqueza, todo ello rematado por tres almenas escalonadas de tipo musulmán, varias formas torreadas y cuadrados multicolores que quizá evoquen azulejos, todo ello con el fin de mostrar la ciudad con el aspecto de una arquitectura que evocaría la del califato de Córdoba, que, en ningún momento, adquiere un contenido peyorativo, sino, más bien, admirativo por parte del reino de León. En el folio 216r., donde se lee, en lo alto de la página, «ubi reges u[e]l mercatores babilonia plangent», se representa dos filas de personas: los dos primeros miembros de cada una de ellas llevan vestiduras largas, un gran tocado oriental dorado, un bastón de mando y hacen el habitual gesto de dolor al llevarse la mano al mentón: se trata, pues, de los reyes; los hombres que los siguen, formando un grupo isocefálico, realizan gestos discursivos y de sufrimiento; debajo, representaciones esquemáticas y decorativas de árboles.

La versión más antigua de la familia I muestra, de forma sintética, los hechos seleccionados que aparecerán posteriormente en los demás beatos, abarcando el ancho de una columna de texto: el ángel se encuentra sobre la ciudad, representada por una serie de arcos, y, debajo, un grupo de hombres indiferenciados lamentándose. La más reciente, por su parte, ocupa el mismo espacio, pero ignora la figuración de la ciudad: el ángel se sitúa en lo alto, debajo los mercaderes y, en el extremo inferior, los reyes. Ahora bien, la fase preliminar de la familia II presenta un desarrollo más amplio al ocupar todo un folio la destrucción de Babilonia, consiguiendo un resultado más impresionante, y una columna de texto de la otra página el llanto de los reyes y mercaderes682, composición que adopta la rama IIa, donde la ciudad y el lamento de los mercaderes, como en el resto de los códices de la familia II, aparece sin marco y en llamas. Por su parte, los ejemplares de la rama IIb proporcionan mayor monumentalidad al mostrar el incendio de la ciudad en el folio vuelto y la lamentación en todo el recto, donde, sin embargo, está enmarcado a diferencia del Beato de Girona. En la primera rama de la familia II, salvo en el Beato de San Miguel de Escalada (f. 203r.), que muestra, en este caso, el modelo más antiguo del prototipo de este grupo, hay, a semejanza del Beato de Madrid, Vitr. 14-1 (f. 143v.), dos grupos: el superior con los reyes, con los grandes tocados, y el inferior con los mercaderes, uno de ellos apoyado en un bastón, lo que se repetirá en todos los miembros de la rama IIa, apareciendo los comerciantes con su cayado, mientras que en la IIb están mezclados, mostrando, en dos filas, a los soberanos delante, con los báculos convertidos en bastones de mando o en cetro por error, y detrás a los mercaderes sin ningún objeto en sus manos.

Carlos Miranda García-Tejedor
Doctor en Historia
(Fragmento del libro de estudio Beato de Girona)


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