Apocalipsis Flamenco

f. 7r, Los cuatro jinetes del Apocalipsis


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San Juan aparece sentado junto al marco izquierdo, mirando cómo se desarrollan los acontecimientos del capítulo 6. Su cabello ya no es una mata de espeso pelo. Durante la apertura del primer sello aparece un jinete sobre un caballo blanco. El jinete lleva un gran arco doblemente convexo y está a punto de disparar. Mientras tanto, una mano que surge de entre las nubes deposita una corona de oro sobre su cabeza. Un segundo caballo, de color rojo, lleva a un jinete, también con corona, con una espada larga. La lluvia cae sobre los dos jinetes desde las nubes azules. Cuando se abre el tercer sello, un caballo negruzco surge de la tierra, en la parte inferior izquierda de la miniatura, montado por un jinete que sostiene una balanza con su mano derecha. Cuando se abre el cuarto sello, un caballo macilento salta con fuerza desde la boca del infierno hacia fuera. El jinete que lo monta es la Muerte, representada como un esqueleto, que lleva una espada larga en su mano derecha y dos flechas en la izquierda, y, viene seguida por dos demonios peludos con colmillos. Cuando el quinto sello se abre, san Juan ve un altar con un cáliz, un libro abierto y una vela encendida en medio de un cielo azul oscuro nublado cubierto de estrellas doradas. Cinco mártires están arrodillados debajo del altar. A la apertura del sexto sello hay un terremoto, el sol se oscurece y la luna se vuelve de color rojo carmesí. El terremoto quiebra las copas de los árboles, derruye las torres de los castillos y parte la compuerta del castillo en dos. La gente, aterrorizada, se esconde en las cuevas de las montañas y reza.

Los cuatro Vivientes, cuyas voces puede oír san Juan cuando el cuarto sello es abierto, permanecen a la izquierda del altar bajo el oscurecido sol. Sus alas están compuestas de plumas pequeñas. A la derecha del altar aparece suspendida la imagen de la Verónica. Unas pocas hebras de pelo blanco fino y largo enmarcan el rostro de Cristo. Los colores de la tierra varían del verde marrón al verde oliva; en la miniatura hay hierba, pero no flores.


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f. 7r, Los cuatro jinetes del Apocalipsis

San Juan aparece sentado junto al marco izquierdo, mirando cómo se desarrollan los acontecimientos del capítulo 6. Su cabello ya no es una mata de espeso pelo. Durante la apertura del primer sello aparece un jinete sobre un caballo blanco. El jinete lleva un gran arco doblemente convexo y está a punto de disparar. Mientras tanto, una mano que surge de entre las nubes deposita una corona de oro sobre su cabeza. Un segundo caballo, de color rojo, lleva a un jinete, también con corona, con una espada larga. La lluvia cae sobre los dos jinetes desde las nubes azules. Cuando se abre el tercer sello, un caballo negruzco surge de la tierra, en la parte inferior izquierda de la miniatura, montado por un jinete que sostiene una balanza con su mano derecha. Cuando se abre el cuarto sello, un caballo macilento salta con fuerza desde la boca del infierno hacia fuera. El jinete que lo monta es la Muerte, representada como un esqueleto, que lleva una espada larga en su mano derecha y dos flechas en la izquierda, y, viene seguida por dos demonios peludos con colmillos. Cuando el quinto sello se abre, san Juan ve un altar con un cáliz, un libro abierto y una vela encendida en medio de un cielo azul oscuro nublado cubierto de estrellas doradas. Cinco mártires están arrodillados debajo del altar. A la apertura del sexto sello hay un terremoto, el sol se oscurece y la luna se vuelve de color rojo carmesí. El terremoto quiebra las copas de los árboles, derruye las torres de los castillos y parte la compuerta del castillo en dos. La gente, aterrorizada, se esconde en las cuevas de las montañas y reza.

Los cuatro Vivientes, cuyas voces puede oír san Juan cuando el cuarto sello es abierto, permanecen a la izquierda del altar bajo el oscurecido sol. Sus alas están compuestas de plumas pequeñas. A la derecha del altar aparece suspendida la imagen de la Verónica. Unas pocas hebras de pelo blanco fino y largo enmarcan el rostro de Cristo. Los colores de la tierra varían del verde marrón al verde oliva; en la miniatura hay hierba, pero no flores.


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