Biblia moralizada de Nápoles

f. 171v: Flagelación de Cristo (Marcos 15, 15)


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«Es la historia: cómo Nuestro Señor Jesucristo fue golpeado. Así como san Marcos lo dice en su evangelio en el decimoquinto capítulo».

Por primera vez en la Biblia de Nápoles, la paráfrasis que subtitula la miniatura que representa la flagelación de Cristo remite al texto de san Marcos. Pero los cuatro Evangelios dan un testimonio concordante: tras haber pasado ante el Sanedrín, Jesús es llevado a Poncio Pilatos, que gobierna entonces la provincia romana de Judea. Este interroga a su vez a Cristo y, al no encontrar motivo real para su arresto, propone al pueblo de Jerusalén liberarlo, puesto que es costumbre amnistiar a un prisionero con ocasión de la Pascua judía, que se acerca. Sin embargo, los sumos sacerdotes incitan a la multitud a exigir, más bien, la liberación de Barrabás, un sedicioso, y la crucifixión de Jesús. Para garantizar el orden social, Pilatos acepta entregar al Mesías a la vindicta popular. El miniaturista ha representado al gobernador en el balcón de su palacio, con el cetro en la mano, junto a un anciano de larga barba gris que representa al Sanedrín. Es fácil imaginar a ambos hombres escuchando, desde su tribuna, la voz del pueblo con respecto a la suerte de los cautivos; por un artificio que le es habitual, el pintor A ha conseguido condensar en una sola imagen varios momentos del relato. Pilatos está en realidad ordenando la flagelación de Jesús, un castigo preliminar a la crucifixión entre los romanos. A su lado, el anciano del Consejo saborea su victoria contemplando el suplicio de Cristo en la columna: la escena ocurre en una estancia abierta a la mirada, bajo el balcón de los dignatarios: dos guardias con cascos y armados con largas espadas defienden la entrada. Cristo está atado por las muñecas a una columna blanca terminada en un capitel de acanto, que va del suelo hasta el techo. Sangra en abundancia bajo los golpes de los látigos de correas de cuero con que lo fustigan, alternativamente, sus verdugos, y su rostro expresa una gran aflicción. Pero les saca una cabeza a sus torturadores, y el amplio disco de oro con motivo crucífero que aureola su cabeza lo hace parecer más alto aún. Un paño de pureza anudado a la cintura protege su pudor. Con los ojos clavados en los del hombre que echa hacia atrás sus brazos para dar mayor impulso al golpe, el Mesías inicia su Pasión.

Yves Christe
Universidad de Ginebra
Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
(Fragmento del libro de estudio Biblia moralizada de Nápoles)


f. 171v: Flagelación de Cristo (Marcos 15, 15)

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f. 171v: Flagelación de Cristo (Marcos 15, 15)

«Es la historia: cómo Nuestro Señor Jesucristo fue golpeado. Así como san Marcos lo dice en su evangelio en el decimoquinto capítulo».

Por primera vez en la Biblia de Nápoles, la paráfrasis que subtitula la miniatura que representa la flagelación de Cristo remite al texto de san Marcos. Pero los cuatro Evangelios dan un testimonio concordante: tras haber pasado ante el Sanedrín, Jesús es llevado a Poncio Pilatos, que gobierna entonces la provincia romana de Judea. Este interroga a su vez a Cristo y, al no encontrar motivo real para su arresto, propone al pueblo de Jerusalén liberarlo, puesto que es costumbre amnistiar a un prisionero con ocasión de la Pascua judía, que se acerca. Sin embargo, los sumos sacerdotes incitan a la multitud a exigir, más bien, la liberación de Barrabás, un sedicioso, y la crucifixión de Jesús. Para garantizar el orden social, Pilatos acepta entregar al Mesías a la vindicta popular. El miniaturista ha representado al gobernador en el balcón de su palacio, con el cetro en la mano, junto a un anciano de larga barba gris que representa al Sanedrín. Es fácil imaginar a ambos hombres escuchando, desde su tribuna, la voz del pueblo con respecto a la suerte de los cautivos; por un artificio que le es habitual, el pintor A ha conseguido condensar en una sola imagen varios momentos del relato. Pilatos está en realidad ordenando la flagelación de Jesús, un castigo preliminar a la crucifixión entre los romanos. A su lado, el anciano del Consejo saborea su victoria contemplando el suplicio de Cristo en la columna: la escena ocurre en una estancia abierta a la mirada, bajo el balcón de los dignatarios: dos guardias con cascos y armados con largas espadas defienden la entrada. Cristo está atado por las muñecas a una columna blanca terminada en un capitel de acanto, que va del suelo hasta el techo. Sangra en abundancia bajo los golpes de los látigos de correas de cuero con que lo fustigan, alternativamente, sus verdugos, y su rostro expresa una gran aflicción. Pero les saca una cabeza a sus torturadores, y el amplio disco de oro con motivo crucífero que aureola su cabeza lo hace parecer más alto aún. Un paño de pureza anudado a la cintura protege su pudor. Con los ojos clavados en los del hombre que echa hacia atrás sus brazos para dar mayor impulso al golpe, el Mesías inicia su Pasión.

Yves Christe
Universidad de Ginebra
Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
(Fragmento del libro de estudio Biblia moralizada de Nápoles)


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