Biblia moralizada de Nápoles

f. 162r: Entrada en Jerusalén (Mateo 21, 1-8)


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«Es la historia: cómo Nuestro Señor Jesucristo acercándose a la ciudad de Jerusalén cabalgando una burra y llevando con Él a sus discípulos, gran parte del pueblo de la ciudad fue a su encuentro para honrarlo. Y algunos del pueblo extendían sus vestimentas en la vía, y algunos cortaban ramas de los árboles y se encontraban en aquella misma vía por donde debía pasar. Así como san Mateo lo dice en su evangelio en el vigesimoprimer capítulo».
 
La ilustración de la entrada de Cristo en Jerusalén supuso el nacimiento de varias obras maestras del arte pictórico del Trecento italiano, durante el primer tercio del siglo (el fresco de Giotto en Padua, el cuadro en la base del altar de Duccio en Siena, el fresco de Pietro Lorenzetti en Asís). El miniaturista napolitano se inspira en el modelo canónico de los grandes maestros toscanos para acompañar el texto de Mateo que se parafrasea debajo de la miniatura. Pero los cuatro evangelistas contaron el acontecimiento. Cristo se acerca a la ciudad santa a lomos de la burra, como signo de humildad. Sus discípulos lo siguen y, como de costumbre, el artista A representa al primero de los apóstoles, Pedro, muy cerca de Cristo, caminando a la altura de la grupa del animal. No hay paisaje sino un fondo de oro que ilumina la escena, sobre el que se proyecta un gran árbol verde oscuro de follaje denso toscamente esbozado. Un hombre se agarra al tronco para cortar ramas que arroja al suelo, como la glosa menciona; otro extiende su manto sobre el camino para hacerle una alfombra de honor. La multitud que se ha reunido a las puertas de la ciudad agita palmas para saludar al profeta Jesús, el Hijo de David. Las construcciones blancas y muy prietas sobresalen de la muralla para dibujar una ciudad fantasma, sin consistencia, con las aberturas estriadas con barrotes de hierro. Esta pintura convencional y estática se limita a «transcribir» escrupulosamente el texto al que acompaña; pero más que contar algo, lo conmemora.

Yves Christe
Universidad de Ginebra
Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
(Fragmento del libro de estudio Biblia moralizada de Nápoles)


f. 162r: Entrada en Jerusalén (Mateo 21, 1-8)

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f. 162r: Entrada en Jerusalén (Mateo 21, 1-8)

«Es la historia: cómo Nuestro Señor Jesucristo acercándose a la ciudad de Jerusalén cabalgando una burra y llevando con Él a sus discípulos, gran parte del pueblo de la ciudad fue a su encuentro para honrarlo. Y algunos del pueblo extendían sus vestimentas en la vía, y algunos cortaban ramas de los árboles y se encontraban en aquella misma vía por donde debía pasar. Así como san Mateo lo dice en su evangelio en el vigesimoprimer capítulo».
 
La ilustración de la entrada de Cristo en Jerusalén supuso el nacimiento de varias obras maestras del arte pictórico del Trecento italiano, durante el primer tercio del siglo (el fresco de Giotto en Padua, el cuadro en la base del altar de Duccio en Siena, el fresco de Pietro Lorenzetti en Asís). El miniaturista napolitano se inspira en el modelo canónico de los grandes maestros toscanos para acompañar el texto de Mateo que se parafrasea debajo de la miniatura. Pero los cuatro evangelistas contaron el acontecimiento. Cristo se acerca a la ciudad santa a lomos de la burra, como signo de humildad. Sus discípulos lo siguen y, como de costumbre, el artista A representa al primero de los apóstoles, Pedro, muy cerca de Cristo, caminando a la altura de la grupa del animal. No hay paisaje sino un fondo de oro que ilumina la escena, sobre el que se proyecta un gran árbol verde oscuro de follaje denso toscamente esbozado. Un hombre se agarra al tronco para cortar ramas que arroja al suelo, como la glosa menciona; otro extiende su manto sobre el camino para hacerle una alfombra de honor. La multitud que se ha reunido a las puertas de la ciudad agita palmas para saludar al profeta Jesús, el Hijo de David. Las construcciones blancas y muy prietas sobresalen de la muralla para dibujar una ciudad fantasma, sin consistencia, con las aberturas estriadas con barrotes de hierro. Esta pintura convencional y estática se limita a «transcribir» escrupulosamente el texto al que acompaña; pero más que contar algo, lo conmemora.

Yves Christe
Universidad de Ginebra
Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
(Fragmento del libro de estudio Biblia moralizada de Nápoles)


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