Libro de horas de Carlos de Angulema

Calendario: noviembre, Matanza del cerdo (f. 6r)


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La segunda hoja del díptico dedicado a la cría del cerdo corresponde al mes de noviembre, bajo el signo de sagitario, y nos presenta la matanza del animal. Su carne podía conservarse durante mucho tiempo gracias a los procesos de salazón y ahumado, convirtiéndolo en el animal más consumido, por delante del cordero, la ternera y la vaca.

La escena del sangrado se desarrolla en un interior bastante neutro y atemporal, que nos recuerda al mes de julio, con un muro de piedra cerrando la sala al fondo. El suelo, que presenta una alternancia de azulejos de color azul claro y rosa salmón, intenta dar perspectiva al conjunto. Puesto que previamente no se ha aturdido al animal, el campesino lo ha tumbado sobre el lado derecho y lo mantiene sujeto contra el suelo, inmovilizándole la pata trasera izquierda con su pierna y la pata delantera izquierda con la mano. Le clava el cuchillo en la garganta y le secciona la yugular y la carótida, provocando que el animal muera desangrado rápidamente. La sangre, necesaria para hacer las morcillas, es recogida por la campesina en una especie de sartén con mango largo que sujeta firmemente con una mano. Con la otra, remueve la sangre con una espátula para evitar que se coagule.

Maxence Hermant
Conservador
Bibliothèque nationale de France

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Calendario: noviembre, Matanza del cerdo (f. 6r)

La segunda hoja del díptico dedicado a la cría del cerdo corresponde al mes de noviembre, bajo el signo de sagitario, y nos presenta la matanza del animal. Su carne podía conservarse durante mucho tiempo gracias a los procesos de salazón y ahumado, convirtiéndolo en el animal más consumido, por delante del cordero, la ternera y la vaca.

La escena del sangrado se desarrolla en un interior bastante neutro y atemporal, que nos recuerda al mes de julio, con un muro de piedra cerrando la sala al fondo. El suelo, que presenta una alternancia de azulejos de color azul claro y rosa salmón, intenta dar perspectiva al conjunto. Puesto que previamente no se ha aturdido al animal, el campesino lo ha tumbado sobre el lado derecho y lo mantiene sujeto contra el suelo, inmovilizándole la pata trasera izquierda con su pierna y la pata delantera izquierda con la mano. Le clava el cuchillo en la garganta y le secciona la yugular y la carótida, provocando que el animal muera desangrado rápidamente. La sangre, necesaria para hacer las morcillas, es recogida por la campesina en una especie de sartén con mango largo que sujeta firmemente con una mano. Con la otra, remueve la sangre con una espátula para evitar que se coagule.

Maxence Hermant
Conservador
Bibliothèque nationale de France

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