«La azucena silvestre produce una raíz amarilla similar a la de la azucena blanca, aunque mucho más pequeña. Su fino tallo suele superar el codo de altura y en torno a él, formando una rueda, nacen las hojas dispuestas a intervalos regulares, muy similares a las de la jabonera, si bien más lisas y brillantes. Las flores nacen en la parte superior de la planta, con peciolos que distan dos dedos o más unos de otros. Se asemejan mucho a las flores de la azucena, pero son más pequeñas, se encorvan hacia atrás y presentan un color violáceo, con manchas de un color más oscuro. Esta planta crece en los bosques de alta montaña y florece en mayo y junio. Muchos alquimistas la consideran útil para su arte» (f. 80v).
Vive en bosques sobre suelos profundos en la mitad norte de España, norte y centro de Italia, Francia y toda Eurasia. El nombre común de azucena deriva del nombre persa Susana, arabizado con el prefijo a- que no es más que el artículo. Sus bulbos contienen mucílagos y se aplican sobre durezas y forúnculos. Tomados hervidos son diuréticos.
Ramón Morales
Real Jardín Botánico de Madrid
(Fragmento del libro de estudio del Dioscórides de Cibo y Mattioli)