Dioscórides de Cibo y Mattioli

Aloe (Aloe), ff. 143v-144r
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Aloe (Aloe), ff. 143v-144r

«El aloe produce unas hojas parecidas a las de la cebolla albarrana, gruesas y crasas. Son de esta forma: no muy anchas, redondeadas y abiertas en la parte inferior, con unas espinitas cortas dispuestas desordenadamente a cada lado y bastante separadas las unas de las otras. El tallo, similar al del asfódelo, produce una flor blanca y un fruto similar también al del asfódelo. Toda la planta, que es sumamente amarga al gusto, emana un mal olor y se desarrolla a partir de una única raíz, que se clava en la tierra como una estaca. Crece muy abundantemente en la India, de donde nos llega su jugo concentrado. Crece también en Arabia, en Asia y en algunos lugares costeros, así como en algunas islas, como Andros. La que proviene de estos lugares resulta menos indicada para la extracción del jugo, aunque cicatriza las heridas con eficacia si se tritura y se unta por encima. El jugo concentrado puede ser de dos tipos: el primero es arenoso y parece el poso del más preciado; el otro es cuajado, como el hígado. Es preferible el más graso y puro, sin piedras ni arenilla, reluciente, rojizo, desmenuzable, semejante al hígado, el que se licúa fácilmente y tiene sabor amargo. Debe considerarse de pésima calidad el que presenta un color negro y no se deshace fácilmente. Cuando el aloe se adultera con goma arábiga, el engaño se descubre por el sabor amargo, el fuerte olor y porque no se desmenuza hasta hacerse polvo cuando se frota entre los dedos. También hay quien lo adultera con acacia. El aloe posee propiedades astringentes, desecativas y somníferas, tonifica el cuerpo y tiene efectos laxantes. Bebido en cantidad de dos cucharadas con agua fresca o suero de leche, purga el estómago, ataja las flemas y la expectoración de sangre; en cantidad de tres óbolos o una dracma, alivia la ictericia. Administrado con agua, resina o miel cocida, estimula el intestino, aunque para que purgue del todo hay que tomar tres dracmas. Combinado con otros medicamentos purgantes, los compensa y los hace menos nocivos para el estómago. Desecado y molido en polvo, suelda las heridas, cierra y cicatriza las úlceras, en particular las de la región genital, recompone los prepucios desgarrados de los niños. Mezclado con arrope, cura tanto los abscesos como las grietas anales, restaña el sangrado de las hemorroides, así como las hemorragias. Cura los panadizos de los dedos. Aplicado a modo de emplasto con miel, hace desaparecer los cardenales, alivia las inflamaciones de los párpados y el prurito en los ángulos de los ojos. Aplicado en la frente y las sienes con vinagre y aceite de rosas, cura la jaqueca. Mezclado con vino, detiene la caída del cabello y, con miel y vino, alivia los dolores de garganta y encías, así como las llagas de la boca» (f. 143v).

Especie originaria del nordeste de África y Arabia, se cultiva desde antiguo en la región mediterránea, donde se ha asilvestrado. El acíbar, amarguísimo, es un concentrado de jugo pringoso y oscuro, cuajado en una sustancia sólida, que se obtiene cociendo sus hojas. Es un eficaz purgante. La pulpa blanca de las hojas se añade a los alimentos como nutracéutico por sus efectos beneficiosos para el hígado; estimula la secreción biliar, es aperitivo y tónico digestivo. En uso externo es un magnífico cicatrizante y cura las quemaduras. Se usa también en cosmética para la rehidratación y el cuidado de la piel. Es planta curalotodo desde antiguo, según se pone de manifiesto arriba, y ahora de moda. En tiempos pasados era muy frecuente en el sur de España.

Ramón Morales
Real Jardín Botánico de Madrid
(Fragmento del libro de estudio del Dioscórides de Cibo y Mattioli)

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