Genealogía de Cristo

Crucifixión con la Virgen y san Francisco de Asís


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La crucifixión con la Virgen y san Francisco que vemos en el Compendium de la Casanatense se explica en un contexto trecentista y toscano, impregnado de la religiosidad franciscana.

En el Trecento italiano la crucifixión más frecuente, llamada narrativa, adquiere un carácter multitudinario en virtud de los numerosos personajes, tomados en parte de los Evangelios, que acompañan a Cristo crucificado. Además de la Virgen y san Juan, aparecen las santas mujeres y algunos santos varones, y, frente a estos personajes, que se suelen situar a la derecha de Cristo y son sus discípulos y seguidores, vemos, a la izquierda de Cristo, a un grupo de judíos y soldados romanos.


Pero además de esta crucifixión, que ha sido llamada compleja y de numerosos personajes, se conserva un tipo de crucifixión más simple, donde Cristo es acompañado simplemente por la Virgen y otro personaje que se presenta en actitud de meditación, ocupando en ocasiones el lugar que tradicionalmente correspondía a san Juan Evangelista, al pie de la cruz, en paralelo con la figura de la Virgen. En un fresco de Cimabue (hacia 1277-1280, iglesia superior de San Francisco de Asís, en la que fue enterrado el santo) aparece san Francisco, arrodillado en la colina del Gólgota, orando intensamente y apoyando su rostro en la madera de la cruz. En un fresco situado en el brazo derecho del transepto occidental de la iglesia inferior de Asís, pintado hacia 1320-1330 por seguidores de Giotto, aparecen varios monjes franciscanos, arrodillados y en oración, frente a Cristo crucificado. El sentido penitencial juega un importante papel en la devoción franciscana a la cruz y está impregnado de la idea de que los pecados humanos fueron los causantes del sufrimiento del Redentor.

En este contexto italiano y franciscano de meditación sobre la cruz se explica la crucifixión del Compendium casanatense, que por su escaso número de personajes (Cristo en la cruz, la Virgen y san Francisco) se adapta mejor a una finalidad mística y simbólica del árbol de la cruz.

El Crucificado de la casanatense está clavado en una cruz que se sitúa en lo alto de una pequeña colina (el Gólgota) que presenta una oquedad en cuyo interior descansa una calavera. Es la tumba de Adán, cuya presencia deriva de la Epístola de san Pablo a los Romanos (5,12-19) y de la I a los Corintios (15, 21, 45-47). En estos textos de san Pablo hay un eco de la contraposición entre el primer y el segundo Adán, el viejo y el nuevo Adán, procedente de antiguas leyendas orientales que identifican la tumba de Adán con la colina del Gólgota. Estas leyendas se encontraban en escritos apócrifos que eran bien conocidos por los hombres de la Edad Media.


Esta relación entre Adán y Cristo, y entre el árbol del paraíso y la cruz de Cristo, se entiende mejor si recordamos algunas de las leyendas de la cruz. Dios encargó a Seth, hijo de Adán, coger tres ramitas del árbol de la Vida del paraíso y ponerlas bajo la lengua de Adán en el momento de su muerte. Un árbol creció sobre la tumba de Adán y de su madera se hizo la cruz en la que Cristo fue crucificado. Según otra leyenda Adán fue enterrado en el Gólgota, en el sitio exacto en el que la cruz de Cristo sería clavada y Seth oyó la voz de Adán indicándole que su propia calavera sería bañada con la sangre del Verbo de Dios".


Ana Domínguez Rodríguez
Universidad Complutense de Madrid


Crucifixión con la Virgen y san Francisco de Asís

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Crucifixión con la Virgen y san Francisco de Asís

La crucifixión con la Virgen y san Francisco que vemos en el Compendium de la Casanatense se explica en un contexto trecentista y toscano, impregnado de la religiosidad franciscana.

En el Trecento italiano la crucifixión más frecuente, llamada narrativa, adquiere un carácter multitudinario en virtud de los numerosos personajes, tomados en parte de los Evangelios, que acompañan a Cristo crucificado. Además de la Virgen y san Juan, aparecen las santas mujeres y algunos santos varones, y, frente a estos personajes, que se suelen situar a la derecha de Cristo y son sus discípulos y seguidores, vemos, a la izquierda de Cristo, a un grupo de judíos y soldados romanos.


Pero además de esta crucifixión, que ha sido llamada compleja y de numerosos personajes, se conserva un tipo de crucifixión más simple, donde Cristo es acompañado simplemente por la Virgen y otro personaje que se presenta en actitud de meditación, ocupando en ocasiones el lugar que tradicionalmente correspondía a san Juan Evangelista, al pie de la cruz, en paralelo con la figura de la Virgen. En un fresco de Cimabue (hacia 1277-1280, iglesia superior de San Francisco de Asís, en la que fue enterrado el santo) aparece san Francisco, arrodillado en la colina del Gólgota, orando intensamente y apoyando su rostro en la madera de la cruz. En un fresco situado en el brazo derecho del transepto occidental de la iglesia inferior de Asís, pintado hacia 1320-1330 por seguidores de Giotto, aparecen varios monjes franciscanos, arrodillados y en oración, frente a Cristo crucificado. El sentido penitencial juega un importante papel en la devoción franciscana a la cruz y está impregnado de la idea de que los pecados humanos fueron los causantes del sufrimiento del Redentor.

En este contexto italiano y franciscano de meditación sobre la cruz se explica la crucifixión del Compendium casanatense, que por su escaso número de personajes (Cristo en la cruz, la Virgen y san Francisco) se adapta mejor a una finalidad mística y simbólica del árbol de la cruz.

El Crucificado de la casanatense está clavado en una cruz que se sitúa en lo alto de una pequeña colina (el Gólgota) que presenta una oquedad en cuyo interior descansa una calavera. Es la tumba de Adán, cuya presencia deriva de la Epístola de san Pablo a los Romanos (5,12-19) y de la I a los Corintios (15, 21, 45-47). En estos textos de san Pablo hay un eco de la contraposición entre el primer y el segundo Adán, el viejo y el nuevo Adán, procedente de antiguas leyendas orientales que identifican la tumba de Adán con la colina del Gólgota. Estas leyendas se encontraban en escritos apócrifos que eran bien conocidos por los hombres de la Edad Media.


Esta relación entre Adán y Cristo, y entre el árbol del paraíso y la cruz de Cristo, se entiende mejor si recordamos algunas de las leyendas de la cruz. Dios encargó a Seth, hijo de Adán, coger tres ramitas del árbol de la Vida del paraíso y ponerlas bajo la lengua de Adán en el momento de su muerte. Un árbol creció sobre la tumba de Adán y de su madera se hizo la cruz en la que Cristo fue crucificado. Según otra leyenda Adán fue enterrado en el Gólgota, en el sitio exacto en el que la cruz de Cristo sería clavada y Seth oyó la voz de Adán indicándole que su propia calavera sería bañada con la sangre del Verbo de Dios".


Ana Domínguez Rodríguez
Universidad Complutense de Madrid


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