Las Muy Ricas Horas del duque Jean de Berry

f. 5v, Mayo


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Las antiguas floralias —los festivales florales romanos— son el origen de la extendida costumbre medieval según la cual los miembros de la nobleza iban paseando al campo y regresaban adornados con ramas verdes. Quien entonces no portase en su atuendo algo de ese color era susceptible de caer en falta. Éste es el motivo por el que las tres doncellas que aparecen a la derecha de la imagen visten libreas de suave tonalidad verdosa, conseguida por los Limbourg gracias al uso del polvo de malaquita. Quien contempla a la primera de ellas, tocada con un velo blanco, es un caballero vestido con los colores de la Casa de Francia; rojo, blanco y azul. Delante de él, acaparando gran parte de la atención con los magníficos bordados florales en oro de su capa azul, aparece un misterioso caballero que no muestra su rostro. Se ha especulado con la posibilidad de que esta figura, a la que se ve en primer término, represente al propio duque de Berry.

Como es habitual en las iluminaciones de los hermanos Limbourg, es fundamental el papel que juega el paisaje en la composición de la imagen. El hecho de que, detrás de los personajes, aparezca en segundo término un frondoso bosque —y que aún más atrás se divisen tejados y torretas de castillos— dota a la iluminación de un efecto de perspectiva cercano a las tres dimensiones. Por su forma, las edificaciones se han llegado a relacionar con el castillo de Riom, una de las muchas posesiones de Jean de Berry.


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Las antiguas floralias —los festivales florales romanos— son el origen de la extendida costumbre medieval según la cual los miembros de la nobleza iban paseando al campo y regresaban adornados con ramas verdes. Quien entonces no portase en su atuendo algo de ese color era susceptible de caer en falta. Éste es el motivo por el que las tres doncellas que aparecen a la derecha de la imagen visten libreas de suave tonalidad verdosa, conseguida por los Limbourg gracias al uso del polvo de malaquita. Quien contempla a la primera de ellas, tocada con un velo blanco, es un caballero vestido con los colores de la Casa de Francia; rojo, blanco y azul. Delante de él, acaparando gran parte de la atención con los magníficos bordados florales en oro de su capa azul, aparece un misterioso caballero que no muestra su rostro. Se ha especulado con la posibilidad de que esta figura, a la que se ve en primer término, represente al propio duque de Berry.

Como es habitual en las iluminaciones de los hermanos Limbourg, es fundamental el papel que juega el paisaje en la composición de la imagen. El hecho de que, detrás de los personajes, aparezca en segundo término un frondoso bosque —y que aún más atrás se divisen tejados y torretas de castillos— dota a la iluminación de un efecto de perspectiva cercano a las tres dimensiones. Por su forma, las edificaciones se han llegado a relacionar con el castillo de Riom, una de las muchas posesiones de Jean de Berry.


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